Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 2001. Vol. (80).
Amalio Blanco
Universidad Autónoma de Madrid
Este artículo relata el desarrollo de la enseñanza de la psicología en España desde la creación de las Secciones de Psicología en las Facultades de Filosofía y Letras (1968-69) hasta los planes de estudio actuales. Se destaca el esfuerzo del grupo de psicólogos en torno a Yela, Pinillos y Siguán para la ‘recuperación’ de la enseñanza de la psicología después de la Guerra Civil, la sucesiva implementación de los planes de estudio en las distintas facultades de psicología en la década de los 80 y el papel de la Conferencia de Decanos en su seguimiento y mejora a partir de 1990.
This article relates the development of the teaching of psychology in Spain from the creation of the Psychology Sections in the Arts and Philosophy Faculties (1968-69) up to the current academic curricula. Highlights are the efforts of the group of psychologists led by Yela, Pinillos and Siguán for the ‘recovery’ of psychology teaching after the Civil War, the successive implementation of academic curricula in the different psychology faculties in the 1980s, and the role of the Deans’ Conference in developments and improvements from 1990.
Volver de nuevo sobre la historia de la enseñanza de la Psicología en España tiene, sin duda, un indiscutible valor documental, el de levantar acta de lo que ha ido aconteciendo. Pero ésta no deja de ser una visión notarial de la historia para la que se requiere preparación, paciencia y buen humor, algo que no se improvisa de la noche a la mañana. Porque adentrarse por el B.O.E., donde están recogidas las diferentes Ordenes Ministeriales por las que se han ido aprobando los Planes de Estudio de Psicología, no es precisamente una tarea arrebatada de encantos intelectuales. Resulta mucho más atractivo, y también más comprometido, afrontar esta tarea siguiendo el patrón marcado por algunos de nuestros más reconocidos historiadores: "La historia de la Psicología, en tanto disciplina histórica, está sometida necesariamente a la retórica de la memoria necesaria, del recuerdo conminatorio, de la responsabilidad moral" (Rosa, Huertas y Blanco, 1996, p. 19). Siguen la estela marcada por Marc Bloch, aquel medievalista belga fusilado por los nazis en 1944 al borde de la cuneta de un pueblo cercano a Lyon. Y eso les honra, tanto en el plano personal como en el intelectual.
La historia contemporánea de la enseñanza de la Psicología en España, la de después de la guerra civil, es la historia de un puñado de hombres y mujeres contumaces y moderadamente disconformes dentro de una sociedad rendida al hambre, al miedo, a la presión política y a la asfixiante ortodoxia del nacionalcatolicismo. Mariano Yela, uno de sus más cualificados protagonistas, lo describe sin arriesgar en sus valoraciones.
"En 1953, bajo el rectorado de Pedro Laín Entralgo, fundamos la Escuela de Psicología y Psicotecnia de la Universidad de Madrid. Veníamos pensándola de tiempo atrás. La idea era establecer unos estudios universitarios normales de Psicología, que condujeran a la licenciatura y al doctorado. No existían aún, para nuestra vergüenza, a pesar de que, ya en 1902, el doctor Simarro había desempeñado una Cátedra de Psicología Experimental en la Universidad de Madrid, la primera en el mundo, según mis noticias, que funcionó en una Facultad de Ciencias. La licenciatura daría a los alumnos la formación básica y un comienzo de especialización. La Escuela ofrecería, después, la preparación profesional y práctica en diversos sectores de la Psicología aplicada. Pues bien, en 1953, las autoridades aprobaron la creación del complemento – la Escuela – pero no la del fundamento previo la licenciatura-. Así que empezamos a construir el edificio por el tejado. El hecho es que pudimos, sin embargo, empezar. Éramos un pequeño grupo – Úbeda, Pinillos, Siguán, Secadas, Álvarez Villar – y contábamos con la colaboración de López Ibor, Vallejo Nájera (hijo), Poveda y Mª Eugenia Romano en Psicología clínica, y de García Hoz y García Yagüe en Psicología pedagógica" (Yela, 1983, p. 8).
Hay que ser intrépidos para empezar la casa por el tejado y lograr que no se venga abajo con estrépito. Intrépidos y disponer de un alma acorazada contra el desaliento, como la de algún personaje de García Márquez. O estar muy comprometidos con la tarea, y no menos convencidos de las fuerzas para llevarla a buen puerto. Éste es, quizás, el rasgo más característico de la enseñanza de la Psicología contemporánea en España, porque los que siguieron la faena (más o menos a partir de 1968, que fue cuando los estudios de Psicología adquirieron rango de titulación universitaria en las Universidades de Madrid y Barcelona) unieron la rebeldía a la intrepidez y, en un equilibrio de malabarismo obstinado, se empeñaron en seguir construyendo el edificio de arriba hacia abajo. Eran más o menos jóvenes sin ningún miedo al vértigo ni a la improvisación, armados de una ilusión irreconciliable con el conformismo, propia de una época en la que la utopía tenía un hueco en el fondo de los corazones. Una vez calmada el hambre y sacudido en buena medida el miedo, vinieron los tiempos de las reivindicaciones. En el tema que nos ocupa, primero la de la Psicología como titulación universitaria, después la creación de una Sección independiente dentro de las Facultades de Filosofía y Letras, a la que siguió el intento de completar los cinco años curriculares con materias de Psicología. Así, hasta llegar a 1980, cuando la Universidad Complutense da el visto bueno a la creación de una Facultad de Psicología. Fueron valientes, y la Psicología tiene para con esas personas una deuda impagable.
Pero si seguimos la metáfora de Yela, la enseñanza de la Psicología contemporánea en España viene al mundo de nalgas y en medio de tribulaciones, protestas y reinvindicaciones socio-políticas, y fruto de todo ello se instala en el sistema universitario español con un cierto soplo de rebeldía. Habrá que esperar a la década de los 80 para que la criatura se ponga definitivamente en pie, se asiente sobre unos sólidos cimientos y, atemperadas ya las convulsiones políticas, empiecen a hacer acto de presencia demandas más académicas y profesionales.
En el plano académico, la titulación de Psicología comienza ya a desprenderse de la tutela filosófica a comienzos de los años setenta. Y lo hace en la Universidad Autónoma de Madrid, cuya Facultad de Filosofía y Letras aprueba un innovador Plan de Estudios, que entra en vigor en el curso 1970-71 (B.O.E. 16/11/1971). En él se contempla tan sólo un primer curso común para todas las especialidades (Lengua española, Lengua y literatura latinas, Lengua y literatura griegas o árabes, Historia, Historia del Arte y Fundamentos de Filosofía) y reserva los cuatro restantes con materias propias de cada una de las ramas (ésa era la terminología utilizada). El currículo de Psicología quedó tempranamente atado a contenidos estrictamente psicológicos desde el segundo curso con las materias que quedan reflejadas en el Cuadro 1.
A la luz de nuestra peripecia docente, y con la perspectiva de los treinta años transcurridos, no era éste un Plan desencaminado, en términos estrictamente académicos. Quienes lo prepararon sabían muy bien qué era eso de la Psicología, mucho más allá de la representación entre el esoterismo y la magia que arrastraba a los ojos del grueso de la sociedad española del momento. La improvisación a la que hemos aludido procedía de otros frentes y de otras carencias: de infraestructura para la enseñanza práctica, de laboratorios y recursos para la investigación, de espacio, de la falta de personal docente y de su precariedad laboral. Pero la propuesta de contenidos ofrecía las máximas garantías en el momento socio-histórico que estaba viviendo la Psicología española y en el contexto institucional en que se enmarcaba. Y otro tanto podría decirse del resto de las ofertas docentes que se hicieron por aquellos años.
Quienes cursaron aquel Plan, guardan fresco el recuerdo. Había dos propuestas: la tradicional, defendida por Miguel Artola (dos años de comunes y tres de especialidad) y otra, defendida por Carlos París, más innovadora: una año de estudios comunes para todas las ramas y cuatro de estudios propios de cada una de estas ramas. Ganó obviamente la segunda, y aquella fue una decisión que colmó y hasta sobrepasó las expectativas de quienes en aquel momento iniciaban sus estudios de Psicología en la UAM.
En 1975 la Dirección General de Universidades e Investigación da el visto bueno a la modificación del primer ciclo de la Sección de Psicología de la División de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras (ese galimatías burocrático tan propio de nuestro sistema universitario) de la Universidad Complutense de Madrid, que hasta entonces había tenido unos contenidos compartidos con el resto de titulaciones de la Facultad. Un año antes, la misma Dirección General de Universidades e Investigación aprobaba el primer ciclo de la Sección de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca (B.O.E. 30/09/1974) y de la Universidad de Granada (B.O.E., 19/10, 1974). El Cuadro 2 recoge las materias que, a partir de entonces, comenzaron a impartirse en estas tres Universidades:
Ésta fue la tónica general de los Planes de Estudio de Psicología a medida que las distintas Universidades los iban incorporando a su elenco de titulaciones: un núcleo central compuesto por una Psicología General, a la que acompañarían los fundamentos biológicos del comportamiento, las bases sociales, su devenir en el transcurso del ciclo vital y un soporte estadístico y hasta matemático. Junto a ello, otros contenidos transversales, que en el caso de la Psicología estuvieron frecuentemente representados por Sociología, la Antropología, Lógica y Ética. Para los segundos ciclos, cuya aprobación se iría produciendo en años sucesivos, se reservó un núcleo formado por la Psicopatología, la Psicología del pensamiento y del lenguaje, la Psicología de la personalidad y la Psicología diferencial.
Pero muy pronto nuestros Planes de Estudio, que a partir de estos años completaban ya el ciclo completo de la titulación (5 años), comenzaron a introducir novedades. El de la Universidad de Valencia, todavía dentro de la Facultad de Filosofía y Letras (estamos ya en 1977), llegaba a proponer un amplio listado de asignaturas optativas entre las que se encontraban Selección de personal, Psicopatología profesional, Deficiencias en el aprendizaje, Consejo psicológico, Trastornos del lenguaje, Motivación, Técnicas de entrevista, Ergonomía, etc. Un plan bastante afinado, que ponía de manifiesto estar muy al corriente de los signos de los tiempos, tanto en el orden académico como en el socio-laboral. El Plan de Estudios de Psicología de la Universidad de La Laguna, aprobado en 1979 (B.O.E., 17/10, 1979), es otro ejemplo. Además de ese núcleo troncal de contenidos al que hemos aludido, en él se dan cita materias tales como la Psicología de las organizaciones, la Psicología comunitaria o la Ergonomía. Pero lo más novedoso de este Plan de Estudios reside, quizás, en algunas de las "observaciones generales" que lo acompañan; en dos, para ser más concretos: a) la introducción de un "Prácticum" de duración anual, consistente "en el conocimiento práctico y actividad dentro del campo de la especialización elegida", y b) la adopción de un cuadro de especialidades en Psicología clínica, Psicología educativa, Psicología laboral y Psicología experimental, aunque estas observaciones no especifican el rango de la especialización, ni asignan materias específicas a cada una de ellas. Va a ser en el Plan de Estudios aprobado en 1984 en la ya Facultad de Psicología de la Universidad Complutense (B.O.E., 5/4/1984) donde queden asignadas asignaturas concretas a cada una de las cinco especialidades de que constaba el currículum docente: Psicología clínica, Psicología educativa, Psicología industrial, Psicología social y Psicología teórico-experimental.
Pero por aquel entonces ya se había aprobado la Ley Orgánica de Reforma Universitaria (B.O.E., 1/9/1983), que desencadenó una profunda modificación de la estructura curricular en toda la Universidad española. Una serie de cambios que tuvieron dos marcos de referencia legales: a) el Real Decreto de 1984 por el que la Psicología queda dividida en seis áreas de conocimiento (Metodología de las Ciencias del Comportamiento; Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos; Psicobiología; Psicología Básica; Psicología Evolutiva y de la Educación y Psicología Social), que sirven como soporte para la adscripción de los contenidos docentes, y b) el Real Decreto 1497/1987 por el que se establecen las directrices generales comunes de los Planes de Estudios de los títulos universitarios de carácter oficial y validez en todo el territorio nacional define la que debería haber sido, y siempre supimos que no pudo ser del todo, la filosofía de la renovación de nuevos Planes de estudio:
"El intento por superar la rigidez y el carácter estanco de nuestras actuales carreras universitarias subyace, pues, a la ordenación cíclica que incorpora el presente Real Decreto, de forma que la mayor flexibilidad de sus fórmulas y soluciones académicas permita una mayor rentabilidad de la oferta universitaria, un mejor aprovechamiento discente y un más amplio abanico de opciones para el estudiante. En este contexto se sitúan otros fines de este Real Decreto: la racionalización en la duración de las carreras y en la carga lectiva, hasta ahora excesiva, de nuestros planes de estudios; la convicción de que la enseñanza práctica debe asumir una mayor relevancia en nuestra Universidad, y la incorporación a nuestro sistema del cómputo del haber académico por créditos, lo que potencia una mayor apertura de los planes de estudio y una mayor flexibilidad en el currículo del estudiante."
Esta parte de la historia es bien conocida; sobre ella se pronunciaron los diversos colectivos. Papeles del Psicólogo ha venido teniendo un protagonismo singular en este tema al que ha dedicado diversos espacios. En 1987 dedicó el nº 28/29 a la "Formación universitaria en Psicología"; en 1989 el nº 38 versó sobre "La formación del psicólogo para los 90. Los Planes de Estudio a Debate"; en el nº 62 de 1995 fueron los "Nuevos Planes de Estudio" los que ocuparon el protagonismo. Para entonces ya debemos dar por bien cimentada la enseñanza de la Psicología en nuestro país.
Pero siguieron las improvisaciones. De buenas a primeras tuvimos que empezar a pensar en créditos, en cuatrimestres, en asignaturas de libre configuración, en exámenes finales en febrero, en números máximos y mínimos por optativa, en espacios profesionales para realizar el Prácticum (una asignatura troncal), en poner orden en el proceso de matriculación, que durante los primeros años de los nuevos Planes se convirtió en una verdadera pesadilla, etc. Todo aquello se abría delante de nosotros como un abismo de incertidumbres que exigían soluciones inmediatas, sin tiempo ni siquiera para el asombro. En aquellos momentos, todos (estudiantes, profesores y personal de administración y servicios) fuimos aprendices al mismo tiempo. Poner en marcha de pronto aquella nueva maquinaria tuvo algo de alevosía, pero es que, a nuestra manera, todavía seguíamos rindiendo culto a la utopía y creíamos en la posibilidad de mejorar la Psicología. Quizás, porque, como dice el Borges de Artificios "la realidad no tiene la obligación de ser interesante. La realidad puede prescindir de esa obligación, pero no así las hipótesis".
LA CONFERENCIA DE DECANOS A ESCENA
Pero a lo largo de estos años, y precisamente como consecuencia de la aprobación de las directrices propias del título de Psicología y la inminente necesidad de iniciar en las diversas Facultades la renovación de los Planes de Estudio, comienza su andadura la Conferencia de Decanos. Lo hizo en Santiago, en noviembre de 1990, con un objetivo local (animar y convencer al Rector de la Universidad de Santiago de la necesidad de crear una Facultad de Psicología independiente) y un segundo más general: intercambiar las primeras opiniones respecto a cómo abordar la que, por aquel entonces, se nos antojaba ingente e incierta tarea de cambiar, de cabo a rabo, los Planes de Estudio. Se trataba de llegar a acuerdos básicos para todas las Facultades, que redundaran en una mejora del modelo de enseñanza de la Psicología, y veíamos en la ley una excelente ocasión para ello.
El tema estrella lo acaparó la propuesta del Ministerio de reducir a 4 años la duración de las titulaciones, un asunto con una trascendencia sólo aparente en virtud del principio de "libertad académica" que mencionaba el R.D. 1497/1987 invocando el artículo 149.1, 30ª de la Constitución, y que pronto se vio truncado por la fuerza de los hábitos y estereotipias adquiridos a lo largo de los últimos decenios: la impronta del año académico, el vínculo sentimental con la promoción, la presión familiar para aprobar "el curso", etc. No fue posible traspasar la idea de que una licenciatura ya no duraba un número de años, sino simplemente tenía un determinado número de créditos que el estudiante podría ir recorriendo en el tiempo que considerada oportuno. Sencillamente fue imposible escapar a la servidumbre de los hábitos, y a la comodidad del camino bien andado. En todo caso el intento por aunar criterios no fue baldío, y a ello colaboraron de manera muy significativa los acuerdos a que fueron llegando las diversas áreas de conocimiento. Un acuerdo que dio como resultado la presencia de un núcleo básico de contenidos al que nos hemos referido ya en otro momento (Blanco y Botella, 195).
Una vez resuelta la discusión sobre cuestiones de forma, la Conferencia de Decanos fue abordando temas de fondo; más comprometidos, más abiertos en cuanto a su solución, y mucho más decisivos para el objetivo que nos animaba, que no era otro que el conseguir para la Psicología la mayor prestancia interna y presencia externa. Quizás lo más perturbador fue el ser conscientes de que nuestra capacidad de decisión era extremadamente limitada en temas que entendíamos centrales para la Psicología. Temas que afectaban tanto a los procedimientos de docencia, como a la infraestructura necesaria para su adecuada transmisión. Y al número de alumnos en la titulación, y a la necesidad de unas clases prácticas más allá del papel, lápiz y encerado, y de unos laboratorios docentes, y de una cobertura de prácticas pre-profesionales para el alumnado... Una rápida ojeada a los asuntos que constituyeron el objetivo de aquellas reuniones nos ofrece una agenda densa en contenidos y relevante en cuanto a su importancia para la enseñanza de una Psicología de calidad, capaz de competir en el mercado de trabajo de igual a igual con el resto de las titulaciones:
1. Plan de renovación de los nuevos Planes de Estudio
2. Evaluación de la puesta en marcha de los nuevos Planes de Estudio
3. Organización del Prácticum, con las siguientes especificaciones: a) coordinación, gestión y acreditación del Prácticum; b) ubicación del Prácticum; c) requisitos de calidad de los Centros de acogida; c) criterios de evaluación; d) plazas vinculadas; e) cuestiones legales derivadas del Prácticum; f) evaluación y seguimiento del Prácticum.
4. Organización de las Prácticas, con los siguientes temas: a) materiales didácticos; b) contenidos de las prácticas; c) integración de las prácticas de diversas asignaturas; d) laboratorios docentes; d) tipos de prácticas.
5. Nivel de experimentalidad de la Psicología
6. Formación de postgrado
7. Centro de Atención y/o Aplicaciones Psicológicas
8. Criterios de calidad para la enseñanza de la Psicología
9. Documento sobre la enseñanza de la Psicología cara al siglo XXI
Todo ello sin olvidar la posición que la Conferencia de Decanos mantuvo en torno a la titulación de Psicopedagogía, la propuesta remitida al Ministerio en torno a las opciones preferenciales de COU para cursar estudios universitarios, el comunicado en torno a la "Proposta de Reestructuración Académica de la Universitat de Valencia", el estudio del "Documento de Formación de Postgrado" elaborado por el COP, el Comunicado sobre la negativa de la Universidad de Santiago a poner en marcha una opción especializada de Psicología educativa dentro de la Facultad de Psicología, el estudio de los criterios para la adaptación y convalidación de estudios de Psicología cursados en Centros españoles y extranjeros, y un largo etcétera.
Fueron agendas siempre apretadas y amarradas a la urgencia y a la presión para dar respuesta a problemas que se nos venían encima con premura y hasta con un presagio de estrépito. Las discusiones no siempre condujeron al consenso, pero los disensos fueron respetuosos en todos los casos, y tanto los unos como los otros siempre tuvieron un marco de reflexión y de decisión institucional. Lo que animó siempre los debates fue el intento de lograr la mejor calidad en la enseñanza de la Psicología.
La Conferencia de Decanos hizo en repetidas ocasiones una evaluación de la implantación de los nuevos Planes de Estudio; una evaluación desde un sereno apasionamiento y la mayoría de las veces nada autocomplaciente, que comenzó en la reunión realizada en Valencia los días 2 y 3 de febrero de 1995. Por aquel entonces, tal y como queda reflejado en el Acta de dicha reunión, ya existía unanimidad respecto a los siguientes temas:
1. Problemas de mentalización del alumnado, que seguía (y sigue) aferrado a la concepción de curso-año sin acabar de asumir la filosofía de un currículo fundamentado en créditos y sustentado en el anteriormente comentado principio de "libertad académica".
2. Un sentimiento generalizado del incremento del fracaso escolar en nuestras Facultades, debido, sin duda, al excesivo número de materias por año.
3. Desajuste entre la filosofía de los créditos y el propio funcionamiento administrativo del Ministerio, de las Universidades y de las propias Facultades. La limitación a un solo acto de matrícula, la obligación de matricularse de todas las materias para los de primer curso, la dificultad en la organización de las asignaturas de libre configuración, la dificultad (por falta de personal) de impartir un número de optativas que posibilite la elección, etc., constituían impedimentos para el desarrollo efectivo de la nueva filosofía que entrañaban los nuevos Planes de Estudio.
4. La proliferación de materias y la división de antiguas asignaturas conducía a una dispersión de contenidos y a una transmisión acelerada de los mismos debido en unos a la escueta duración de las materias (algo que tuvo que ser corregido por el Ministerio), y en otros a las reducción del número de horas de algunas asignaturas.
5. La configuración final de los nuevos Planes estaba atravesada de una cierta "irracionalidad": mientras se incrementaba el número de horas de docencia para los alumnos se reducía el número de años; existía un exceso de contenidos impartidos en un tiempo récord y empezaba a cundir la sospecha sobre si los nuevos Planes eran capaces de incrementar la calidad de la formación del alumnado. Desde ese punto de vista se mencionaba la necesidad de analizar los resultados finales de la formación de los nuevos Planes.
6. Dificultades en la adaptación del profesorado a los nuevos Planes, dado que en muchos casos se intentaba impartir en un cuatrimestre los mismos contenidos que en las antiguas asignaturas de todo un año escolar.
7. Necesidad urgente de coordinar, más que nunca, los contenidos de las diversas materias para evitar solapamientos y repetición de contenidos.
8. Necesidad de replantearse la forma de transmisión de los contenidos y ajustarse a formas más acordes con los nuevos medios de los que se dispone.
9. Necesidad de plantearse en el ámbito de la optatividad el tema de los itinerarios.
10. Intento de reducir la masificación de nuestra titulación. La masificación acentúa los desajustes con la implantación de los nuevos Planes.
El Acta de aquella reunión concluye con una interesante premonición: "Ante la posibilidad de modificar los Planes de Estudio aprobados se plantea la necesidad de elaborar un documento de referencia común que trate de introducir cierta armonía en las modificaciones que se realicen en las diversas Universidades. Sin embargo, se insiste en la importancia de mantener las especificidades de cada Universidad, considerándose que el intercambio de experiencias es la mejor vía para llegar a consensos que luego se plasmen en modificaciones comunes en las diversas Universidades. A tal fin se propone introducir en posteriores reuniones este punto en el Orden del Día".
En la reunión celebrada en Granada los días 8 y 9 de mayo de 1997, las reflexiones dieron paso a unas recomendaciones muy concretas, prueba evidente no sólo de que los problemas eran muy compartidos, sino de que las soluciones también lo podían ser, y de que, en mayor o menor medida, todos habíamos sido presa de un cierto grado de ingenuidad y, en algunos casos, de una urgencia innecesaria (además de las presiones internas, del corsé que imponía el propio R.D., etc.):
1. Duración de los estudios conducentes a la titulación de Psicología en cinco cursos y una carga lectiva de 300 créditos.
2. Necesaria distinción en la docencia de la Psicología entre los módulos de docencia teórica y docencia práctica.
3. Índice único de experimentalidad para los estudios de Psicología que reconozca el carácter experimental de su investigación y de su docencia, haciéndolo similar al de las Ciencias experimentales y de la salud. Para ello se hace necesario el cumplimiento de las siguientes condiciones: a) dotación de infraestructura adecuada de laboratorios docentes; b) equipamiento, dotación de técnicos de laboratorio y de material pertinente; c) organización de la docencia en grupos reducidos acordes con las características de dichas prácticas. En la reunión de responsables de la organización docente de las Facultades (Madrid, 8 y 9 de junio de 1994), se habían ofrecido ejemplos del tamaño de los grupos de prácticas en diversas Facultades.
4. Potenciar la creación de un Servicio/Centro de Aplicaciones Psicológicas, que posibilite la formación práctica en habilidades y competencias de intervención psicológica.
No fue éste un mal diagnóstico de lo acontecido en la puesta en marcha de los nuevos Planes de Estudio en las Facultades de Psicología. Tampoco era muy benevolente ni hacia adentro ni hacia afuera. Y con la temperancia que sobreviene con el paso de los años, da la impresión de que se detectaron los grandes problemas que afectan en la actualidad a la enseñanza de la Psicología en nuestro país, algo que, por otra parte, ya había sido advertido reiteradamente en otras muchas ocasiones (Ver, por ejemplo, Delval y García-Hoz, 1976; García-Hoz y Delval, 1976; Yela, 1976; Delclux, 1980; Delval, 1980; Siguán, 1978). Algunos de los inconvenientes para una enseñanza de calidad se mantienen firmes a lo largo de los últimos decenios, pero con matices que no se pueden pasar por alto. La masificación era y sigue siendo un grave inconveniente, pero lo es de manera distinta en la actualidad a como lo fue en otros tiempos. Y esa diferencia no ha ido necesariamente a mejor, porque aunque la introducción de asignaturas optativas ha conducido en muchos casos a una reducción del número de alumnos por grupo, las necesidades del mercado de trabajo requieren hoy de un tipo de formación mucho más dirigida al ejercicio de una profesión, algo que en las actuales circunstancias docentes de la Psicología (una disciplina volcada a la intervención) no está suficientemente garantizado. Este mismo argumento nos sirve para abordar el tema de la infraestructura: la sustancial mejora que hemos disfrutado (en edificios, en espacios, en laboratorios, en proyectos de investigación), no ha acabado de tener su equivalente en el ámbito de la docencia, sobre todo en ese ámbito de transmisión de las habilidades y competencias prácticas necesarias para la intervención, que necesita de una estructura e infraestructura docente mucho más acorde con los requerimientos del tipo de enseñanza propia de la Psicología, sobre todo en el segundo ciclo. Especialmente en una estructura legal como la nuestra, que permite el ejercicio de la profesión sin más requisito que el haber aprobado la última asignatura. Los problemas en la actualidad siguen estando también del lado de la escasa racionalidad con la que el alumnado afronta la realización de su currículo docente, en la voracidad con que consumen los créditos, en el rechazo a la adquisición de conocimientos supuestamente ajenos a la Psicología (el fracaso de la libre configuración), en el afán por conocimientos prácticos que les puedan ser de utilidad inmediata para el ejercicio de la profesión, en su escaso amor por el conocimiento: en el predominio, cuando menos preocupante, de una racionalidad instrumental, por utilizar la terminología weberiana. Y también en la falta de coordinación de contenidos por parte del profesorado, en esa tendencia por adueñarse de los conocimientos (una escasa transversalidad de las materias), en un intento de definir ámbitos de contenidos como un coto vedado, en la necesidad de seguir diferenciando entre lo que resulta importante e irrenunciable para el profesor y lo que resulta decisivo para la formación de un alumnado del que ya se sabe con certeza que elige la Psicología como una salida profesional, algo que quedó reflejado, con un cierto dramatismo, en el estudio de Francisco de Asís (1996). Ello sin necesidad de renunciar a la transmisión del conocimiento en cuanto tal, al uso no instrumental de la razón. Sigue siendo válida en este sentido la reflexión que se hacía en el "Proyecto de Plan de Estudios" de la Facultad de Psicología de la UAM, aprobado en 1992: "La Universidad debe resistirse a hacerlo todo para la sociedad, ya que ella, como ninguna otra institución, está llamada a estimular el uso no instrumental de la razón, debe ser un reducto de la conciencia crítica, debe mirar más allá de la mera especialización, y sería bueno que no acabara por obsesionarse, en unos momentos tan acelerados y perplejos como los actuales, por la caducas urgencias y modas sociales".
Más allá de esta evaluación, nada desencaminada por cierto, el tema del Prácticum fue el que suscitó un mayor nivel de discusión y de propuestas. Porque resultaba ser una signatura troncal de larga duración (9 créditos), que fue de inmediato considerada como decisiva para la formación (tanto que no fueron, ni son, pocas las Facultades que han incrementado el número de créditos al Prácticum) y que carecía de la mínima infraestructura para su ejecución. A lo ya expuesto en alguna otra ocasión como resumen de las propuestas de la Conferencia de Decanos (Blanco, 1998, pgs. 168-170), conviene añadir las consideraciones y propuestas emanadas de la reunión mantenida en Granada, los días 7 y 8 de mayo de 1997:
1. Formalización de Convenios entre el INSALUD y la Universidad para que se incluya a los alumnos de segundo ciclo de Psicología en las prácticas clínicas de la red sanitaria.
2. Formalización de Convenios entre la Administración educativa y la Universidad para que los estudiantes de Psicología puedan realizar prácticas en los centros públicos de su competencia.
3. Formalización de Convenios con empresas públicas y privadas, Servicios de empleo y otras instituciones para los estudiantes de Psicología del Trabajo y de los Recursos humanos.
4. Formalización de Convenios con los organismos estatales y autonómicos en el ámbito de los Servicios Sociales para que se puedan realizar prácticas en el ámbito de la Psicología Comunitaria.
5. Formalización de Convenios con el Ministerio de Justicia y otras instituciones del ámbito judicial para permitir las prácticas de los estudiantes de Psicología jurídica.
6. Los equipos económicos de las Universidades deberían fijar obligatoriamente una partida presupuestaria para compensar la actividad tutorial de los profesionales que colaboran con la Universidad, con una financiación directa a los profesionales, sea eximiendo de tasas a aquéllos que quieran cursar el tercer ciclo, sea estableciendo una convocatoria de becas a quienes prefieran reciclarse en estudios vinculados a titulaciones de la Universidad.
7. El Consejo Social debe potenciar y desarrollar las vías de cooperación y colaboración Universidad-Sociedad dirigidas a este fin.
8. Proponemos que las Universidades creen unas Unidades de Gestión del Prácticum con personal estable que establezca y gestione los contactos con instituciones públicas y privadas para la ampliación de convenios tal como exige el Real Decreto.
Esta propuesta estuvo precedida de un estudio muy minucioso llevado a cabo en 1994 por los representantes de todas las Facultades y titulaciones de Psicología, que durante los días 8 y 9 de junio de 1994 abordaron los siguientes temas:
1. Experiencias y perspectivas sobre la docencia práctica y el Prácticum en las Facultades y Departamentos de Psicología de todo el Estado.
2. Análisis de las experiencias y propuestas sobre prácticas (pre) profesionales en los Planes de Estudio de Psicología: a) cuestiones previas (áreas temáticas a cubrir, número de créditos del Prácticum; b) organización docente (reconocimiento de la dedicación docente, supervisión, responsabilidad docente de la evaluación); c) organización administrativa (matriculación y convocatorias); d) implantación (selección y asignación de los alumnos); e) organización técnica (vinculación de los tutores, vinculación de los Centros, cuestiones legales, evaluación y calificación).
3. Experiencias y perspectivas sobre la docencia práctica en las Facultades y Departamentos de Psicología del Estado: organización docente de las enseñanzas prácticas (tipos de actividades prácticas, lugar de realización de las prácticas, tamaño de los grupos de prácticas, profesores de prácticas, contenidos de las prácticas, y otros aspectos relativos a la organización de las prácticas docentes.
Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, la Conferencia de Decanos dejó trazadas las posibles líneas de reflexión y trabajo sobre la enseñanza de la Psicología en el documento "La enseñanza de la Psicología cara al siglo XXI", fruto de la reunión celebrada en Madrid los días 24 y 25 de abril de 1998. Se trata de un documento que pretendía servir de marco para futuras decisiones, y que abría las puertas a una discusión intensa y extensa sobre el modelo de Psicología que estábamos transmitiendo en nuestras Facultades, y sobre su utilidad en el momento actual. El punto de partida gira en torno al incuestionable cambio protagonizado por la Psicología española en los últimos 15-20 años (número de alumnos que la eligen como primera opción, número de Universidades que la han incorporado a su oferta de titulaciones, consolidación de la imagen profesional del psicólogo, apertura de nuevos campos de intervención, visibilidad internacional de la Psicología española), un cambio espectacular que corre paralelo con los que han acontecido en el seno de la propia sociedad española. Se trata de un cambio que resulta especialmente visible en el campo profesional, donde estamos asistiendo a una encarnizada lucha en la que psicólogos, pedagogos, psicopedagogos, educadores sociales, sociólogos, trabajadores sociales, economistas, etc., dirimen a codazos el territorio en el que se juega el ejercicio de su profesión. Ante estos hechos, la Conferencia de Decanos quiso aportar sus reflexiones en torno a un asunto de especial interés: la necesidad de volver sobre la decisión de un título único con vocación generalista.
Descartado, una vez más, el modelo de formación diversificada conducente a un título de especialista (título diversificado-formación diversificada desde el comienzo de la licenciatura), la reflexión se sigue centrando sobre el actual modelo de formación, el que ha imperado en la Psicología española: título único-formación generalista con itinerarios. Pueden haber razones suficientes para empezar a pensar en la necesidad de evaluar la pertinencia de dicho modelo. Son razones de muy diverso orden y procedencia, que tomadas de manera aislada tienen una importancia relativa, pero tomadas en su conjunto puede que nos proporcionen más de una excusa para la reflexión:
1. Desde una perspectiva nada ajena a la epistemlogía científica, hemos asistido a una clara ampliación de nuestro objeto de estudio y de investigación. Pero el rasgo más importante de los nuevos tiempos es que esa ampliación se ha producido de manera especialmente llamativa y amplia en el campo de la aplicación y de la intervención, algo que para la enseñanza de una disciplina científica como la Psicología no puede pasar desapercibido. Y ya se encargan algunas las disciplinas fronterizas de recordárnoslo.
2. Las señales que en la actualidad se están enviando al mercado de trabajo, a un mercado caracterizado por la urgencia en la solución de los problemas y necesitado de soluciones cualificadas, no parecen que estén siendo lo suficientemente claras y nítidas por parte de la Psicología.
3. La formación para el ejercicio profesional debe ocupar un lugar, aunque no necesariamente el primero, en nuestro esquema de enseñanza. Ya apostaba por ello, y de manera nada ambigua además, el R.D. 1497/1978: la estructuración de las enseñanzas universitarias en una estructura cíclica, "debe posibilitar la consecución de otro gran objetivo: acercar la formación universitaria a la realidad social e nuestro entorno, de suerte que, sin abandonar las irrenunciables tareas de transmitir la ciencia y realizar investigación, pueda laUniversidad –a través de una oferta coherente de titulaciones académicas- dar respuesta a las nuevas demandas del mercado de trabajo". En todo caso, se trataría de evitar caer en la infructuosa polaridad de una formación exclusivamente dictada por las demandas del mercado de trabajo, o una formación atada a conocimientos básicos de corte general ajenos a la aplicación y a la intervención.
4. En el caso concreto de la Psicología, se trataría de responder al modelo de "formación dinámica" propuesto la UNESCO: formación transmisora de conocimientos básicos, fomentadora de valores sociales imprescindibles para la vida en sociedad, alentadora de capacidades de reflexión, y formación profesionalizadora, que prepare al estudiante para enfrentarse al ejercicio de una profesión.
5. Dicha propuesta podría materializarse en la posibilidad de un currículum generalista claramente comprometida con el conocimiento a lo largo de los tres años del primer ciclo, y una formación directamente comprometida con el ejercicio de una profesión mediante un segundo ciclo del que se desprenda la posibilidad de adjetivar "oficialmente" el título generalista, de sancionar oficialmente los itinerarios actualmente presentes en nuestros programas docentes.
6. La baza de este modelo reside en dar un paso decidido para adecuarse a las demandas del mercado de trabajo, señala el territorio de la Psicología en un campo altamente competitivo y da un paso más hacia la distintividad. Su inconveniente, además de los legales (que no son pocos), reside en que puede cerrar el marcado de trabajo a ese psicólogo generalista por el que se apostó en un determinado momento, bajo la excusa de que la incertidumbre y labilidad del mercado de trabajo en el campo de la Psicología requería de esta prudencia. Y es necesario reconocer que los resultados han sido muy positivos.
Un interesante ejercicio, que habrá necesariamente que posponer, pero que resulta imprescindible hacer, consistiría en perseguir el rastro de este diseño curricular en las directrices propias de la titulación de Psicología (ver B.O.E., 20/10/1990), en los nuevos Planes de Estudio (ver Blanco y Botella, 1995), en los resultados del estudio Delphi llevado a cabo en el marco del programa ALFA para la armonización de los curricula de Psicología en las Universidades latinoamericanas (ver Blanco, 2001), y en la reciente propuesta del proyecto "EuroPsy" (2001) en el que ha participado José Mª Peiró como representante de la Psicología española. Por razones de espacio, ofrecemos al lector algunos datos y propuestas para que sea él quien extraiga las conclusiones pertinentes.
BIBLIOGRÁFIA
Asís, F. (1996). Las funciones sociales de la Universidad. Un estudio organizacional sobre la Universidad. Madrid: Campus de Somosaguas.
Blanco, A., y Botella, J. (1995). La enseñanza de la Psicología en España a la luz de los nuevos Planes de Estudio. Papeles del Colegio, 62, 29-47.
Blanco, A. (2001). Proyecto para la armonización de los curricula de Psicología en las Universidades latinoamericanas. En J.P. Toro y J. Villegas (Eds.), Problemas centrales para la formación académica y el entrenamiento profesional del psicólogo en las Américas. Buenos Aires: JVE Ediciones.
Blanco, A. (1998). Requistos y necesidades de formación para la Psicología del Siglo XXI. Revista de Psicología General y Aplicada, 51, 149-172.
Bloch, M. (1952). Introducción a la historia. México: F.C.E.
Delclaux, I. Enseñar Psicología: lo importante y lo accesorio. Revista de Psicología General y Aplicada, 35, 1115-1121.
Delval, J., y García-Hoz, V. (1976). La enseñanza de la Psicología en el Estado español. Cuadernos de Pedagogía, 19/20, 44-49.
EuroPsy (2001). A framework for education and training for psychologists in Europe.
García-Hoz, V., y Delval, J. (1976). ¿Es posible empeorar la enseñanza de la Psicología? Cuadernos de Psicología, 3, 28-33.
Rosa, A., Huertas, J.A., y Blanco, F. (1996). Metodología para la Historia de la Psicología. Madrid: Alianza.
Siguán, M. (1978).. La enseñanza universitaria de la Psicología en España. Nota para su historia. Anuario de Psicología, 19, 125-137.
Yela, M. (1976). La Psicología española: ayer, hoy y mañana. Revista de Psicología General y Aplicada, 31, 585-590.
Yela, M. (1983). Autobiografía intelectual de M. Yela. Anthropos, 23, 4-8.
Material adicional / Suplementary material
Cuadro 1. Plan de estudios de psicología en la facultad de filosofía y letras de la uam (curso 1970-71).
Cuadro 2. Materias de psicología impartidas en el primer ciclo de las universidades complutense de madrid (ucm), pontificia de salamanca (ups) y granada (ugr).
Tabla 1. Contenidos conceptuales minimos universalmente consensuados (tomado de blanco, 2001, p. 419).
Cuadro 3 . Propuesta del proyecto Europsy.