Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 1995. Vol. (62).
Fernando Chacon
Presidente Delegación de Madrid del Colegio Oficial de Psicólogos. Universidad Complutense de Madrid.
Reconozco que cuando la dirección de Papeles del Psicólogo me solicitó un artículo sobre los nuevos Planes de Estudio en las Facultades de Psicología, mi primera reacción fue negarme. Mi carácter de Presidente de la Junta Rectora de la Delegación de Madrid y de Profesor Titular en la Universidad Complutense me situaba en una posición entre dos aguas nada cómoda para hablar de un tema tan controvertido. Lo que al final, me impulsó a escribirlo, fue la necesidad de manifestar en un medio público una opinión que mantenía más o menos activamente, en ámbitos privados.
No pretendo en este artículo hacer una evaluación de los nuevos planes principalmente porque es prematuro realizar una valoración, cuando en algunas Facultades aún no se han puesto totalmente en marcha, cuando todavía no se han licenciado las primeras promociones formadas con el nuevo sistema y sin que hayan empezado ha desarrollar su actividad profesional. Por este motivo me centraré en el proceso seguido para elaborar los planes.
Mi crítica al procedimiento se centra en dos aspectos:
- La casi completa exclusión del proceso de entidades públicas y privadas, asociaciones o empresas.
- La ausencia de estudios previos que permitieran conocer la situación del mercado de trabajo y la evolución profesional previsible.
Para ilustrar mi argumento describiré una experiencia de elaboración de planes de estudio en el ámbito de la formación Profesional que sirve de contraejemplo.
Durante los dos últimos años he colaborado como experto tecnológico y educativo en el Proyecto de Renovación de los contenidos de la Formación Profesional en el ámbito de los Servicios Socioculturales y a la Comunidad.
La metodología seguida en este proyecto me llamó poderosamente la atención. En primer lugar, a través de un Convenio entre el Ministerio de Educación y Ciencia y el Instituto Nacional de Empleo se realizó un estudio en el que mediante la técnica Delphi se encuestaba a expertos tanto de instituciones públicas como de empresas privadas del sector con el objeto de conocer la situación actual y la evolución del mismo, (nuevas figuras profesionales, previsiones futuras de empleo, nuevas demandas, etc.). En una segunda fase del estudio se analizaba la organización de las empresas, y administraciones que emplearían a las profesiones a formar, para conocer su posición en el proceso productivo y el contexto en el que se desarrolla su labor.
Posteriormente, se convocaba a un grupo de expertos (que según la metodología del proyecto se denominaba tecnológicos) que fijaban las figuras profesionales, y las tareas a realizar, y las competencias y conocimientos necesarios para llevarlas a cabo. Una vez ultimada su labor, un grupo de expertos educativos desarrollaban lo que podríamos llamar el Plan de Estudios.
En la última fase, se enviaba el proyecto de titulación profesional a una amplia gama de entidades relacionadas en la misma (colegios profesionales, sindicatos, asociaciones de empresarios, ONG’s , etc.) para que realizasen las aportaciones que considerasen oportunas.
Con independencia de la bondad del resultado de este procedimiento, que no está exento de algunas críticas, cualquiera que compare este sistema con la forma en la que se elaboran los Planes de Estudio en la Universidad, y no sólo los de Psicología, no puede dejar de ruborizarse.
Frente al procedimiento seguido en la Formación Profesional, en la que se implica a la sociedad en todas las fases de su desarrollo, el proceso de diseño de los Planes de Estudio Universitarios se caracteriza por su endogamía. En este caso, como mucho, se invitó a un representante del Colegio a participar en la comisión encargada de elaborar el proyecto, por supuesto con voz (faltaría más), pero sin voto. (tampoco el hecho de tenerlo alteraría mucho el resultado de las votaciones). Es cierto que los Nuevos Planes deben ser aprobados por el Consejo Social, pero no es menos cierto que este órgano suele limitarse a vigilar los aspectos formales sin entrar en el contenido del mismo.
Las consecuencias de este proceso son fáciles de pronosticar. Las discusiones de la Comisión se convierten en luchas internas de poder entre los distintos Departamentos facultativos, parece, y pido perdón por adelantado por la exageración y sobre generalización que sé de antemano que implican mis palabras, que la pregunta fundamental que se planteó en ella no es ¿Cuáles son las tareas a desarrollar por los futuros psicólogos, qué competencias necesita y qué formación se las puede aportar?, sino ¿Cómo consigo que mi Departamento tenga más créditos ( y por tanto poder traer más dotación de personas y más recursos)?. En muchas ocasiones los propuestas de asignaturas se realizan mirando más a los Departamentos que las necesidades reales de formación.
He dicho antes que mis palabras son una exageración porque no dudo que en muchas discusiones los miembros de la Comisión de planes de estudio y de Junta de Facultad miraban por los intereses generales, pero no es menos verdad (y comprensible) que por muy justificada que estuviera una opción, difícilmente sería apoyada por nadie si iba en contra de sus intereses particulares.
Nadie de los que trabajamos en la Universidad desconoce los acuerdos entre Departamentos más o menos explícitos que ocurre en el desarrollo de un Plan; acuerdos en los que obviamente las necesidades de los estudiantes no son el factor prioritario. El resultado en ocasiones es que se introducen junto a asignaturas de indudable interés, un cúmulo de materias, sin un correlato profesional claro.
No deseo que se consideren mis palabras como una crítica fácil. Con el procedimiento de elaboración de planes de estudio actual, los Departamentos difícilmente pueden hacer otra cosa más que defender sus propios intereses, entiendo su comportamiento, lo que no quiere decir que no me sienta muy preocupado por los resultados últimos de los mismos. Desde mi punto de vista, la solución pasa entre otros elementos, por implicar en el procedimiento a un amplio abanico de referentes externos (empresas que contratan psicólogos, Colegio profesional, asociaciones, expertos en diversos ámbitos, etc.).
Como miembro de la comunidad universitaria me duele especialmente la separación que se ha dado entre el mundo profesional y el universitario en la elaboración de los planes, porque considero que no se corresponde con la evolución de las Facultades de Psicología en la última década, que se caracteriza precisamente, por todo lo contrario. La progresiva aparición de las prácticas externas a pesar de no estar contempladas en la normativa de los anteriores planes de estudio, y los numerosos contratos y convenios de colaboración suscritos por los Departamentos son buenos ejemplo de ello.
Puede argumentarse frente a la opinión expuesta en este artículo que la Universidad no es un centro de formación profesional, sino básicamente un centro de investigación, y que las materias de los Planes de Estudio deben reflejar los ámbitos de investigación de los profesores. Esta afirmación puede estar justificada hasta cierto punto. Es cierto que los contenidos de la formación universitaria no deben ser un mero reflejo de las demandas de capacitación profesional, y que deben recoger otros elementos constitutivos de la disciplina, y entre ellos las líneas punteras de investigación. Pero esta actitud llevada a su extremo es tan peligrosa como la de algunos Colegios Profesionales que, como hemos podido comprobar recientemente en el Congreso de la Abogacía, pretenden acreditar profesionalmente al margen de la Universidad.
No me gustaría acabar este artículo sin reconocer los indudables aspectos positivos que han supuesto los nuevos planes de estudio.
En primer lugar, en muchas Facultades de Psicología se han introducido por primera vez las especialidades, y han supuesto una actualización de contenidos que se habían quedado trasnochados, no tanto por la antigüedad de los planes vigentes como por el vertiginoso desarrollo de la Psicología en los últimos quince años.
Por otra parte y en la misma línea del argumento mantenido en estos comentarios, la introducción de Practicum obligatorio, permite a los alumnos, a pesar de todas las limitaciones, un primer contacto con los contextos profesionales donde desarrollará su labor y con los problemas reales a los que deberá enfrentarse. Aunque es obligado decir que la introducción del Practicum, como la de los nuevos planes en general, se está realizando sin crecimiento presupuestario, lo que está añadiendo numerosas dificultades a su puesta en marcha, que sólo están pudiendo ser solventadas por la dedicación y el esfuerzo adicional de numerosos Profesores universitarios, preocupados por la vinculación de los alumnos con la vida laboral y a los que desde aquí deseo agradecer su labor.