Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 1994. Vol. (60).
José Manuel García-Rodrigo Vivanco
(Respuesta a Blanca Vázquez Mezquita)
Recogiendo la amable petición que nos demanda a los "hombres" mi buena amiga Blanca Vázquez Mezquita en su artículo titulado: "La violencia sobre el niño: la cifra oscura" insertado en la revista Papeles de Psicólogo, Epoca III, Nº 59. 1994, en el que atribuye al género masculino el mayor porcentaje de incidencia en el "estado actual de las cosas", definida tal condición por el epígrafe del artículo, me gustaría matizar brevemente algunas cosas, continuando el "debate" en la sección del mismo nombre de la revista.
A.- En el diccionario ideológico de la Lengua Española de Julio Casares, se define la acepción "hombre" como animal racional. No creo que la intención de la autora fuese adjudicar tal descripción a un sólo género, en éste caso al varón. La definición continúa con: bajo esta acepción se comprende a todo el género humano. Es el comienzo de la utilización sexista del lenguaje, al no existir una palabra referida al mismo ámbito humano, pero con una utilización femenina, y que curiosamente las mujeres no combaten.
En el mismo diccionario consta: Varón: criatura racional del sexo masculino. Y por otro lado, Mujer: persona del sexo femenino. Persona: individuo de la especie humana. Humano: perteneciente al hombre. Si buscamos hembra la definición no mejora: animal del sexo femenino (equiparado a macho, como animal del sexo masculino). No parece que el academicismo de la lengua haga mucho por favorecer el empleo, en su justa conveniencia, de los términos que se refieren al género sexual.
En un trabajo que realizamos para analizar las consecuencias psicológicas que la integración de la mujer suponía a las Fuerzas Armadas, ya considerábamos la adaptación que sobre normas de lenguaje se deberían de habilitar para conseguir un doble objetivo: evitar discriminaciones a través del lenguaje y evitar aberraciones estéticas al tratar de feminizar algunas expresiones ("¡a sus órdenes mi sargenta!").
B.- En el mismo trabajo explicábamos, citando numerosos estudios, el origen filogenético de las diferencias psicológicas entre ambos sexos, y así, Eysenck1 atribuía mayor capacidad de orientación al varón por su rol de cazador-defensor, y de comunicación verbal a la mujer por su labor en la protección familiar y educación de la prole, y como herramienta favorecedora para retener al varón junto a ella. Incluso afirma que las mujeres que no tuvieran tales propensiones genéticas, tendrían menor número de hijos, que a su vez pudieran tener descendencia con esas características. En cuanto a la personalidad, las mujeres lógicamente deberían experimentar más acusadas reacciones de temor y ansiedad que las predispusieran a evitar el peligro, mientras que el varón, cazador y guerrillero, sería inútil para dichas tareas si semejantes emociones de miedo le impidiesen arriesgarse en acciones peligrosas y violentas.
Y un importante apoyo a la tesis de la autora sobre la violencia del varón se lo proporcionan Gray y Boffery (citados por Eysenck) al considerar que las diferencias sexuales en la agresividad (el varón es más agresivo) son el resultado de una mayor participación de los machos en el establecimiento de las jerarquías de dominación y territorialidad.
C.- ¿Es toda agresión o violencia, por su misma naturaleza de causa-efecto, negativa? E. Fromm2 distingue entre agresividad benigna, orientada a gozar de la plenitud de la vida, de la perversa, que se transforma en agresión. No toda agresividad es violenta3. El que el varón sea heredero de una conducta de agresión para defensa de la comunidad, no le convierte sin más en el género violento de forma gratuita. En la antigüedad helena, los Juegos Olímpicos surgen como bálsamo de la violencia varonil4: en un principio sólo participaron varones. Las escenas que los autores relatan sobre los combates no dejan en buen lugar al varón. No hay que recordar que la mujer vivía ajena al mundo social-deportivo y político.
Para el psicoanálisis los impulsos básicos de la conducta son los principios de eros y thanatos, omnipresentes en toda manifestación de ambos sexos. También es muy conocido el teorema de Dollard y Miller sobre frustración-agresión, que tampoco establecen como privativo de un sexo frente al otro. Bandura dice que las personas no nacen con un repertorio prefabricado de conductas agresivas; tienen que aprenderlas (niño ó niña).
No es el objeto de esta réplica el hacer una exhaustiva enumeración y resumen de las teorías sobre la violencia. Su alusión aquí es para concluir algo que K. Lorenz5 describe con gran claridad. La teoría sobre la agresividad de Lorenz es citada por García Ferrando y Martín Bassots6, que de forma resumida es como sigue:
D.- La agresividad puede ser objeto de canalización, sublimación, etc, y es de eso de lo que se trata: reeducar la agresividad humana como solución a la violencia humana. El origen lo sitúa en la conservación, desarrollo y mejoramiento de la especie, conformándose como una fuerza heredada, primitiva genéticamente, y presente en todo individuo (varón o hembra).
E.- En el artículo de Blanca Vázquez, antes de decir que es el hombre-varón el causante en gran medida de la violencia, dice en un párrafo anterior: "he visto a niños a los que su MADRE deja atados a una cama durante años antes de que ALGUIEN se decida a contarlo". La alusión es sobre un comportamiento femenino. En ese "alguien" no se queda especificado si se refiere a un varón o a una mujer, por lo que se hace coresponsables a ambos "vecinos" de no denunciar los malos tratos oídos en la "casa de al lado".
F.- La violencia familiar es bien diferente según la clase social donde se desate, siendo más frecuente la física en los estratos bajos (padre alcohólico) y por tanto generando en mayor proporción la agresión el varón ya que hay más proporción de alcoholemia en este sexo, y por contra, de un carácter más psicológico en las clases altas, en donde no se puede distinguir con tanta facilidad, sin esas huellas físicas, de quien ha partido el castigo violento.
G.- Si bien nadie puede dudar de que el mayor número de agresiones se dan en la dirección varón-hombre ó varón-menores (de ahí supongo, la afirmación de la autora, refrendada sin duda por su dilatada experiencia en la clínica médico forense), si miramos desde unos años atrás hasta los tiempos presentes, y aún en un próximo futuro, hay un hecho constatado: la incorporación de la mujer al mundo laboral en cada vez más frecuente, y cada vez son más las mujeres que se incorporan a actividades de trabajo en condiciones de igualdad social que los varones.
Es esta igualdad social, que permítanme asociarla a imposición de horarios laborales, fatigas por estrés de trabajo, desatenciones en las labores del hogar y cuidado de hijos y los condicionamientos impuestos a la mujer en su quehacer práctico-laboral los que están produciendo que crezcan de forma espectacular las cifras de alcoholismo en mujeres, drogadicción, estrés y demás patologías originadoras de violencia ó de frustraciones desencadenantes en aquella.
No es objeto del artículo analizar las desigualdades laborales aún existentes en igual puesto de trabajo, por lo que obvio el "nuevo" estrés que puede suponer el hecho en sí de una mujer accediendo al mundo de trabajo, con la inevitable asociación a comportamientos violentos, según los teóricos vistos más arriba.
Por otra parte, el varón todavía supera a la mujer en cuanto al número de individuos asociados al cuadro descrito como precursor de violencia (frustración en el trabajo, desorientación, preocupaciones económicas, etc) pero es un hecho no menos cierto que la mujer le está alcanzando.
En el artículo que le precede en la misma publicación, mi buen amigo Javier Urra comienza interrogándose sobre si puede hablarse de una violencia contra-natura de la herencia genética y cultural, concluyendo que "partiendo de la etiología de la violencia paterno-filial en ninguno de los sentidos es cromosómica, estimamos poder convenir (...) que se trata de una educación (si así puede llamarse) familiar y ambiental distorsionada (...)". Las citas de autores realizadas en puntos anteriores que han realizado investigaciones sobre la existencia del gen de la violencia, muestran al menos la existencia de unas características y un comportamiento filogenéticamente heredado en la raza humana (y en el resto de especies, de las que no es el caso ocuparse).
Pero del final de ese mismo apartado se deduce que ni la violencia familiar, ni de otro tipo, es patrimonio exclusivo, o mejor aún, en su único y propio favor, ni de uso futuro, del varón, y que la educación ambiental que nombra Javier Urra y mi sucinta descripción de las imposiciones de la vida social-laboral moderna, que afectando en mayor grado al varón explica las estadísticas del tema, no resultan sin embargo ajenos a la mujer, y en ningún caso son razón para una generalización sobre la explicación sexual de causa-efecto de la violencia.
La demostración de si es la herencia (K. Lorenz) o es el medio (conductistas) el origen de la violencia no es de suma importancia a nuestro entender, ya que conlleva sin duda aspectos de una y otra clase. Multitud de estudios lo confirman. A éste respecto, Antonio Colodrón7 dice: "el potencial hereditario ofrece las bases para la expresión de la agresividad (...) Ni las formas de conducta aparentemente más primarias, más vinculadas a las respuestas incondicionadas, son fruto exclusivo de ese saber hereditario pues todas son troqueladas por la experiencia social".
Concluyo con que si es verdad que, tanto en la evolución filogenética como en los tiempos corrientes, ha sido y es el varón el ejecutor de un mayor número y en un grado superior de acciones violentas constatadas, confirmado por la estadística, no es menos cierto que de la acción del varón en éstos términos, se ha beneficiado el conjunto social y ha contribuido al asentimiento y desarrollo de la raza humana, tesis defendida por Eysenck, Lorenz y otros muchos, estando además la mujer, por su inclusión en el mundo laboral, en igual predisposición a verse afectada por los factores de igualdad social estresantes, causantes de ansiedad y violencia, y que por fin, no es preciso el generalizar hechos como el que la violencia familiar es patrimonio exclusivo de un sólo sexo, ya que el culpable de cualquiera de estos actos es Fulano, Mengano, Zutano y también Zutana.
José M. García-Rodrigo Vivanco
Vocalía de Psicología Jurídica
Delegación de Madrid
1 Eysenck, M.; Wilson, G.: "Psicología del sexo". Herder. Barcelona, 1981.
2 Fromm, E.: "Anatomía de la destructividad humana". Siglo XXI. Madrid, 1975.
3 Cagigal, J.M.: "Deporte y agresión". Planeta. Madrid, 1976.
4 Durantez, C.: "¿Hubo violencia en los Juegos Olímpicos? Ministerio de Cultura. 1985.
5 Lorenz, K.: "Sobre la agresión: el pretendido mal". Siglo XXI. Madrid, 1980.
6 García Ferrando; Martín Bassots: "Violencia en el deporte". Ministerio de Cultura. 1985.
7 Colodron, A.: "Bases biológicas de la agresividad". Ministerio de Cultura. 1985.