Psychologist Papers is a scientific-professional journal, whose purpose is to publish reviews, meta-analyzes, solutions, discoveries, guides, experiences and useful methods to address problems and issues arising in professional practice in any area of the Psychology. It is also provided as a forum for contrasting opinions and encouraging debate on controversial approaches or issues.
Papeles del Psicólogo, 2000. Vol. (75).
Mercedes Palop Botella
Centro de Atención Integral a Drogodependientes de Alcorcón (Madrid)
En este artículo se analizan algunas de las peculiaridades que muestran las mujeres en las drogodependencias a partir del análisis de la identidad de género tradicional y su crisis. Se plantean algunas reflexiones sobre la dependencia afectiva, la prostitución, los abusos sexuales, el placer y la incorporación social de las mujeres toxicómanas. A partir de estas reflexiones se realizan algunas propuestas terapéuticas.
In this article, some of the peculiarities shown by women in drug addiction are analysed, starting with the analysis of the identity of the traditional female gender. Some reflection about affective dependence,prostitution,sexual abuse, pleasure and social incorporation of drug addicted women are put forward. Several therapeutical proposal are formulated stemming from these reflections.
La proporción de mujeres drogodependientes ha sido hasta la actualidad significativamente menor que la de hombres. Tal vez desde este dato podamos entender, que no justificar, el por qué se ha dedicado tan poca atención al estudio sobre la especificidad de las adicciones en las mujeres. La falta de estudios desarrollados sobre las mujeres y el consumo de sustancias, ha conducido a que los que trabajan en este campo, den por hecho que la toxicomanía era básicamente un problema de hombres y a que se desatiendan las necesidades de las mujeres tanto en el campo del tratamiento como en el de la investigación (Ettorre, 1994).
Es necesario un análisis de las peculiaridades y necesidades femeninas en la toxicomanía, y para ello es necesario partir de una pregunta ¿Son diferentes las adicciones y dependencias de las mujeres?. El alto nivel de prescripción de benzodiacepinas recetadas a mujeres (Burin, 1990) , las relaciones mantenidas durante años con hombres maltratadores, las madres confundidas o fundidas a sus hijos toxicómanos, o los trastornos de la alimentación de nuestras adolescentes probablemente hablan de las diferencias existentes.
En cualquier caso entender la peculiaridad de la toxicomanía de las mujeres supone reflexionar con detenimiento sobre la identidad femenina.
SEXO Y GÉNERO
Los conceptos de sexo y género han sido confundidos en muchos ámbitos. Sin embargo no es lo mismo el conjunto de características corporales que diferencia hombres y mujeres (sexo) , que todas las atribuciones sociales, culturales, psicológicas, económicas y jurídicas que se asignan a los hombres y mujeres diferencialmente. Mientras que las características sexuales son una construcción natural y biológica, las peculiaridades de cada género son aprendidas e históricas. La confusión entre ambos conceptos ha sido fuente de estereotipos y limitaciones para mujeres y hombres, ya que se han atribuido por "naturaleza" condiciones aprendidas culturalmente. La identidad de género de cada persona se conforma a través de la experiencia vital, pero también a través de la concepción cultural de género que mantiene la sociedad en la que está inmersa.
¿Cuáles son las características que han definido en nuestra cultura la identidad del género femenina?
Marcela Lagarde (1994) propone algunas:
1. Maternización: Se ha considerado que la mujer, por ser mujer, establece como núcleo central de su identidad la maternidad o el deseo de cuidado de los otros. Las mujeres, asumiendo el ideal sociocultural de la feminidad como maternidad, tienden a maternizar sus roles y funciones. De esta manera priorizan las necesidades de los otros por encima de las suyas, quedando a la espera de que otros atiendan sus necesidades afectivas y materiales. Quedando pendientes o dependientes del afecto de los otros
2. Inhibición sexual: El cuerpo de la mujer sólo adquiere relieve en la medida en que está ligado a la reproducción, y en la medida en que éste proporciona placer a otros. La mujer tradicional no aparece como dueña de su cuerpo ni legitimada para una sexualidad desvinculada de la reproducción. Se promueve un olvido del propio placer.
3. El espacio privado: Mientras que el ámbito público se ha considerado el espacio propio del hombre, a la mujer se le ha relegado al espacio privado del hogar, donde el trabajo doméstico no se cambia por dinero y donde están quienes necesitan ser cuidados: niñ@s, ancian@s, enferm@s
4. Tiempo de la espera: Culturalmente se ha atribuido a los hombres el tiempo de la acción, del presente y a la mujer el tiempo de la espera. Esperar que lleguen los otros, esperar que cambien las condiciones, esperar ser cuidadas...
5. Subordinación: Tradicionalmente las mujeres no han accedido a los espacios de poder y toma de decisiones. Se ha considerado perteneciente a los hombres la capacidad de decidir, controlar, juzgar e incluso perdonar a los otros. Así se ha reflejado y se refleja aún en la estructura social. Las mujeres están sub-representadas en puestos de poder.
Este modelo de identidad femenina tradicional ha sido ampliamente cuestionado. La necesidad de los avances en las condiciones de igualdad ha sido asumida en el ámbito político y popular. Sin embargo sería ingenuo creer que está definitivamente asumida y reelaborada una nueva identidad de género.
Como decíamos anteriormente, la identidad de género se va forjando a través de la experiencia vital, de las circunstancias sociales y de la concepción cultural que se tiene sobre lo que es ser mujer u hombre en un momento histórico concreto. Indudablemente los avances sociales en el ámbito de la igualdad han sido muy significativos en los últimos años. Los cambios habidos en diferentes ámbitos (laboral, legislativo, formativo... ) , han facilitado una evolución en la identidad de género colectivo. Sin embargo, es sabido por todos que los cambios internos no son fáciles. Asumir una nueva identidad de género tanto colectivamente como a nivel individual es un proceso lento, progresivo y lleno de vaivenes. Las nuevas formas de ser mujer, diferentes a los modelos maternos, pueden traer sensaciones de culpa y traición o la necesidad de compensar. La crisis y el cambio son fuente de confusión, contradicciones y dolor. La crisis de identidad de género puede aportar mucha luz para entender las toxicomanías de las mujeres. Mujeres a medio camino entre la nueva identidad y la tradicional.
LAS ADICCIONES EN LAS MUJERES
A partir del anterior análisis podemos plantearnos algunas reflexiones en torno a las mujeres y las adicciones:
- La maternalización de los roles y funciones de la vida de la mujer, hace comprensible que la posición de las mujeres en las toxicomanías haya sido tradicionalmente la de las madres cuidadoras, codependientes de sus hijos o parejas toxicómanas. No sabemos como influirán las nuevas concepciones de género, aunque los datos disponibles en algunas sustancias como el tabaco y el alcohol son desalentadores. Tal vez las drogas ya no sean problema de los hombres y " unas cuantas mujeres".
- Algunos rasgos de la identidad de género han podido jugar un papel importante en la protección de las mujeres. Así, por ejemplo, el riesgo como valor tradicionalmente masculino ha separado a muchas mujeres de toxicomanías mas arriesgadas, acercándolas a dependencias más aceptables como el consumo de benzodiacepinas. S e hace necesario investigar sobre los factores de protección o riesgo que actúan para las mujeres.
- Muchas mujeres drogodependientes, han iniciado su consumo o sufrido recaídas a partir de la relación afectiva establecida con hombres toxicómanos (Meneses,1997). Los deseos de vincularse mas estrechamente, de ayudarles a salir, o de destruirse con ellos son precipitantes que actúan en las mujeres diferencialmente, desde la dependencia afectiva en la que han sido educadas.
- Es significativamente alto el porcentaje de mujeres drogodependientes que han sufrido abusos sexuales, (Kandall, 1996; Briere y Runtz, 1988; Singer, Bussey, Song, Lunghofer, 1995). Según plantea Orte (1998) , la drogadicción podría ejercer de antecedente o de consecuente de la historia de abuso o violencia sexual. El abuso de sustancias podría ser un antecedente, podría facilitar la implicación de adolescentes en conductas de alto riesgo, menor capacidad para discriminar señales de peligro y peores condiciones para afrontar con éxito un nuevo intento de violencia sexual, teniendo en cuenta la situación de debilidad personal y relacional creada a partir de una situación de abuso sexual inicial. A su vez los abusos sexuales podrían favorecer la adicción a sustancias, bien por la identificación con grupos marginales a partir del estigma, bien como mecanismo de enfrentamiento a ese suceso estresante. Por otra parte, son muy llamativos los estudios de Copeland (1992) sobre los índices de retención en el tratamiento de las mujeres drogodependientes. Aquéllas que han sufrido abusos. Aumentan mucho su vinculación al proceso terapeútico cuando los centros de tratamiento son especializados para mujeres.
- La búsqueda del placer parece devolver una respuesta paradójica a través de las toxicomanías (Ettorre, 1996). Desde la identidad de género tradicional el placer femenino es un tabú y una prohibición para la mujer "honesta". En el avance hacia una nueva identidad y en un contexto de transición. y crisis de identidad es llamativo cómo la mujer toxicómana, obtiene placer con las drogas pero a su vez recibe el castigo que depara la toxicomanía.
- Un gran número de mujeres drogodependientes tiene hijos. Los embarazos, más allá de la conducta de no prevención que suponen, podría responder a otras necesidades mas profundas de las mujeres: Necesidad de valoración social, necesidad de identidad, necesidad de compensar a madres fusionadas por su alejamiento. En cualquier caso a menudo los hijos suponen una motivación para el tratamiento y una responsabilidad para la madre. Responsabilidad que la desborda en el proceso terapéutico y a la que se le presta muy poco apoyo con los recursos disponibles y desde centros no especializados en la problemática de las mujeres.
- Los medios de financiación de las mujeres drogodependiente para obtener la sustancia, parecen ser menos dañinos para otros y más autolesivos (Meneses 1997). Una muestra de ello es la prostitución. La espiral de prostituirse para drogarse y drogarse para poder prostituirse parece dificultar la salida de situaciones marginales. Provocando mayor estigmatización social. Existen muchos casos en los que formas de prostitución no son públicas. Las drogodependientes no salen a buscar clientes, pero en muchas ocasiones, mantiene relaciones o contactos prostituidos, Estas relaciones ocultas provocan menos rechazo social ya que son más difícil de percibir pero permanece el conflicto interno de la mujer que necesita reelaborar una identidad a salvo después de dichas experiencias.
- En el proceso de incorporación social en la recuperación de las toxicómanas, los proyectos laborales y de formación son, a menudo muy poco ambiciosos y reproducen estereotipos de género. El trabajo doméstico sumergido o directamente, el no trabajar fuera de casa es a menudo el destino de muchas mujeres que salen de las drogas. Las circunstancias sociales y las dificultades en la incorporación laboral para empleos tradicionalmente masculinos limita sus posibilidades.
PROPUESTAS PSICOTERAPEÚTICAS
Es indudable que si la toxicomanía femenina presenta aspectos específicos, también el tratamiento debe reflejar su especificidad.
Sería pues recomendable que en el proceso terapéutico de las mujeres drogodependientes se abordaran esas cuestiones que se les plantean diferencialmente por el hecho de ser mujeres:
Abordar dificultades en el área de la identidad femenina
Sería positivo ayudar a las mujeres a reconocer otros deseos diferentes del maternal, valorándolos como algo igualmente femenino, así como cuestionar y descubrir los estereotipos de género que las limitan al intentar "obedecerlos". Asimismo sería positivo analizar las diferencias con los modelos maternos femeninos y sus consecuencias, reconociendo nuevas formas de ser madres y de ser mujeres y recibiendo apoyo para ello.
Abordar la sexualidad
Es necesario hacer un recorrido por los mandatos sexuales recibidos desde los estereotipos de género, ayudarlas a reconocer y responsabilizarse de su propio deseo sexual y reelaborar una imagen positiva de sí mismas y su sexualidad, dando espacio al propio placer. También sería fundamental poder trabajar sobre la elección del compañero y el reconocimiento de relaciones abusivas y destructivas tanto pasadas, como las que se puedan estar repitiendo en la actualidad, facilitando recaídas o situaciones de violencia y malos tratos
Abordar las dificultades internas que puedan vivir al incorporarse al ámbito público
Es fundamental el fomento de intereses más allá del mundo doméstico: intereses laborales, culturales, económicos y sociales. Ayudarlas a reconocer y valorar los logros ya obtenidos, fomentando un pensamiento crítico y activo que le ayude a liberarse de las sensaciones de impotencia para participar en lo público y a saber defender sus derechos. Promover la no autolimitación en empleos o áreas tradicionalmente masculinas.
Abordar dificultades relacionadas con la maternidad
La toma de decisiones responsable sobre la posibilidad de tener hijos, el reconocimiento del trabajo encubierto y a menudo poco valorado de la crianza o el análisis de riesgos posibles en el ejercicio de su maternidad (marginación del padre, aislamiento, o apropiamiento de los hijos. ) , pueden ser cuestiones a abordar en el proceso terapéutico de las mujeres toxicómanas
BIBILIOGRAFÍA
Briere, J. y Runtz, m. (1988). Post sexual abuse trauma. En G. E. Wyatt y G. J. Powell. Lasting effects of child abuse ( p. p.. 85-99) Newberry Park: Sage.
Burin,M. (1990). La tranqulidad recetada. Buenos Aires: Paidós.
Copeland, J. (1992). A comparison of predictors of treatment drop-out of women seeking drug and alcohol treatment in a specialist women’s and two traditional mixed-sex trestment services. British Journal Addiction, 87 (6) , 883-890.
Ettorre, E. (1996). ¿Cuáles pueden ser las dependencias de la mujer?. El consumo de substancias y la salud de la mujer. En Wilkinson. S. y Kitzinger, C. Mujer y salud, una perspectiva feminista (pp 97-114) Barcelona: Paidós Contextos.
Kandall, S. R. (1996). Substance abuse and shadow. Women and addiction in the United States. Cambrigde: Harvard University Press.
Lagarde, M. (1994). Género e identidades, metodología de trabajo con mujeres. Quito: Servicios Editoriales Unicef.
Meneses, C. (1997). Mujer y heroína. Revista de Proyecto Hombre 23,10-15.
Orte, C. (1998). Sexualidad, Mujer y Drogodependencia. Revista de Proyecto Hombre, 26, 7-12.
Santamaría A. , Martínez-Toledano B. y Espinosa, M. (1988). La prostitución de las mujeres. Madrid: Instituto de la Mujer.
Singer, M. I. , Bussey J,Song L. Y. y Lunghofer L. (1995). The psychosocial issues of women serving time in jail. Social Work: 40 (1) , 103-113.