Psychologist Papers is a scientific-professional journal, whose purpose is to publish reviews, meta-analyzes, solutions, discoveries, guides, experiences and useful methods to address problems and issues arising in professional practice in any area of the Psychology. It is also provided as a forum for contrasting opinions and encouraging debate on controversial approaches or issues.
Papeles del Psicólogo, 1996. Vol. (64).
José Miguel Elías
Investigador del Instituto Sigma 2
Los sondeos políticos son inseparables de la cultura política de una sociedad democrática. Las sociedades necesitan, para su estabilidad y para trazar sus proyectos de futuro, de una información que es una puesta al día de los valores vigentes, de las tendencias y de ciertas actitudes generales que palpitan entre los ciudadanos. En este sentido las encuestas se han convertido en una de las características más distintivas de la cultura política democrática; ponen de manifiesto los niveles de consenso y de discrepancia, indispensables para hacer un diagnóstico de la sociedad; y como muchas veces las necesidades de la sociedad no se manifiestan con la claridad y fuerza suficientes que fuera de esperar, las encuestas, como otros instrumentos, se utilizan en muchos casos para saber en qué medida estas necesidades son necesitadas por los individuos o los grupos, valga la redundancia.
El papel jugado por los sondeos políticos a lo largo de nuestra trayectoria democrática ha sido fundamental; las encuestas han estado tan presentes como los votantes, tanto como los ciudadanos en general. Pero en la última convocatoria electoral ha tenido especial protagonismo un hecho, que ha sido las desviaciones de las encuestas respecto a los resultados reales. Hay que señalar que el que esta cuestión se haya convertido en noticia pone de manifiesto la validez de los sondeos políticos y la confianza que merecen unas técnicas que, hasta la fecha, han ofrecido unos resultados que generalmente se han aproximado a la realidad. Sin embargo, hay que reconocer que en estos últimos comicios ha sido cuando se han producido mayores diferencias en las encuestas con respecto a los resultados electorales, lo que obedece a causas ajenas a la metodología.
Se puede afirmar a la ligera que los resultados electorales se han desviado de las tendencias que los sondeos pronosticaban; pero del mismo modo, más reposadamente, hay que reconocer que las encuestas han marcado las tendencias, si bien han exagerado los movimientos reales que se han producido en el voto. Porque han sido claramente delineadas en todos los sondeos de opinión; todos han coincidido en que el Partido Popular iba a ser el ganador, en que los socialistas serían la segunda fuerza política después de trece años en el poder, y en que Izquierda Unida mejoraría sus posiciones.
Se ha acertado, pero no con la precisión deseada, por una serie de causas que caen fuera del campo de la técnica y que han tenido su caldo de cultivo en unas circunstancias determinadas. Pueden distinguirse cuatro causas: la proyección de los indecisos, la corrección de los sesgos de la investigación, el alto índice de participación y la "ocultación" del voto por un sector determinado de la población.
En los sondeos electorales suele ser habitual una alta proporción de personas que no se definen, que se adscriben al "no sabe/no contesta", los que se conoce con el nombre de "indecisos". La mayor parte de este colectivo, según los resultados, no puede definirse como un grupo de indecisos, sino como un sector de la población que se muestra reacio a revelar su intención de voto. Este heterogéneo grupo de individuos se proyecta utilizando una serie de técnicas que generalmente se obtienen de observaciones basadas en experiencias anteriores. Si estos análisis, que son hipótesis de trabajo, no actúan en el mismo sentido que en ocasiones anteriores, no sólo no mejoran la información que se tiene sino que inciden en sentido contrario. En el caso de los sondeos preelectorales en las recientes Elecciones Generales, hemos proyectado este colectivo dando una mayor proporción al PSOE de la que los mecanismos técnicos aplicados, según observaciones empíricas anteriores, determinaban. Sin embargo, los resultados reales han demostrado que esta mayor adjudicación hacia el PSOE ha sido insuficiente.
En los sondeos electorales es usual, para saber a qué partido se va a votar, servirse del recuerdo de voto ejercido en otras ocasiones, con el objeto de eliminar los posibles sesgos ideológicos; teóricamente, los porcentajes de voto declarado deben ajustarse con un mínimo de exactitud a los reales. La labor de análisis se ve afectada cuando, como ha sucedido en la pasada convocatoria, se produce un aumento de participación; porque algunos individuos que manifiestan una intención de voto determinada y que no votaron en las Elecciones tomadas como referencia, pueden atraer votos anteriores con el propósito de definir su trayectoria política.
La desviación que ha sido más determinante, la que más ha influido, ha tenido un cariz, a medias ideológico, a medias de inquietud por parte de un sector de los votantes del Partido Socialista que han optado por esta alternativa pensando, como un mal menor, que lo hacían a favor de valores identificados con la solidaridad, el bienestar común, la estabilidad, etc., valores que aún no se reconocen en un Partido Conservador sin experiencia en el Gobierno y que en el imaginario de este sector se encuentra todavía demasiado escorado a la derecha del espectro político. No cabe duda de que esta inquietud ha favorecido la ocultación del voto, por la razón de que estos votantes socialistas no estaban convencidos plenamente de la alternativa por la que han optado. Este sector electoral rehuye ser entrevistado, o ante la pregunta de ¿a quién ha votado?, se refugia en el "no sabe/no contesta".
Otra cuestión que hay que abordar es la relativa a los sondeos realizados a la salida de los colegios, el Exit-Poll. En ellos los sesgos se concentran entre los electores que han votado influidos más en contra de una opción política, que identificados con la alternativa que han escogido. Los datos puros del Exit-Poll realizado por el Instituto SIGMA DOS daban una ventaja al Partido Popular de 8.1 puntos respecto al PSOE, los mismos que se corrigieron en el sentido adecuado pero insuficientemente, lo que pone de manifiesto que a pesar de las medidas tomadas para la selección de los encuestados, los votantes del PP y los de IU aceptaban con mejor gana la entrevista que los electores del Partido Socialista.
El acierto en el diseño de la muestra quedó corroborado en el recuento de las mesas, que se correspondía con los votantes entrevistados a la salida de los correspondientes colegios. El recuento de mesas obtuvo la siguiente distribución de escaños: PP (151-158) y PSOE (138-144), lo que se adecúa con los resultados finales, que han sido 156 diputados para el PP y 141 para el PSOE, situándose dichos resultados en la media de las horquillas de referencia. Asimismo, los resultados obtenidos por los partidos minoritarios a la salida de los colegios coincidió con los resultados finales.
Todas estas explicaciones tienen sentido porque la labor realizada por los Institutos de Opinión ha estado al servicio de los ciudadanos ofreciendo información. Lo que ha sucedido en las últimas Elecciones no puede ser utilizado contra las empresas del sector ni contra la fiabilidad de las encuestas. Las encuestas no son, evidentemente, medios de comunicación. Ofrecen una valiosa información; en este sentido, los Institutos de Opinión han surgido para transmitir, para trabajar con esa información. Por ello se hace necesario tomar una serie de medidas que permitan recuperar la fiabilidad de los sondeos políticos, ganada y mantenida tras muchos años de experiencia y de un trabajo profesional serio en el ámbito del márketing electoral.
Hay que aclarar a los ciudadanos, en los medios de comunicación, las desviaciones que se han producido. Nuestros equipos deben llevar a cabo un ejercicio de análisis interno de los datos que se tienen de todos los sondeos para determinar cuáles han sido los motivos que puedan dar explicación de las desviaciones. También se deben comparar los resultados de los análisis anteriores con la base de datos de todos los comicios realizados con anterioridad, con objeto de alcanzar unos mayores niveles de fiabilidad. En lo que compete a los Institutos de Opinión, hay que convocar reuniones de trabajo con las empresas del sector para sopesar y analizar lo sucedido; asimismo, y fuera de nuestras fronteras, sería conveniente mantener contactos con empresas extranjeras que permitan conseguir información de la experiencia electoral en otros países.
Si los Institutos de Opinión reconocen que en las últimas Elecciones sus resultados se han desviado con respecto a la realidad, tiene que permitírseles que reivindiquen su labor profesional, puesta a prueba con éxito durante muchos años y en distintas circunstancias; porque es difícil creer que se pueda poner en tela de juicio el papel que han jugado los sondeos políticos y electorales en nuestra, todavía joven, democracia y en el ejercicio digno de las libertades públicas.
José Miguel Elías
Investigador del Instituto Sigma 2