Psychologist Papers is a scientific-professional journal, whose purpose is to publish reviews, meta-analyzes, solutions, discoveries, guides, experiences and useful methods to address problems and issues arising in professional practice in any area of the Psychology. It is also provided as a forum for contrasting opinions and encouraging debate on controversial approaches or issues.
Papeles del Psicólogo, 1982. Vol. (4-5).
Serafín Prieto
Psicólogo, trabaja como profesor de formación profesional en un Centro de Reeducación de Minusválidos.
La vida laboral es una de las facetas más importantes en las que se plantean problemas a los minusválidos. Sobre todo cuando, como ahora, las perspectivas de falta de empleo son evidentes. Todas las encuestas sobre el paro reflejan una incidencia de los problemas de salud; los estudios sobre minusválidos demuestras que, comparados con el resto de la población, un alto porcentaje de ellos están en paro.
La formación incide en ello; los minusválidos juveniles interrumpen, por las continuas hospitalizaciones o por su propia deficiencia, su educación, lo que dificulta la adquisición de las adecuadas cualificaciones profesionales.
Existe pues una relación profunda entre minusvalías y desempleo o subempleo.
En España el tema de la reeducación o recuperación de los minusválidos ha estado, y sigue estando, desatendida, incluso tras los más recientes intentos. Como antecedentes de la recuperación sólo cabría citar, creo, la creación en 1887 del Asilo de Inválidos de Trabajo, que en 1922 se transformó en el Instituto de Reeducación Profesional de Inválidos del Trabajo. Estos han sido prácticamente los únicos intentos oficiales hasta la creación del Servicio Social de Recuperación y Rehabilitación de Minusválidos. Todos los ordenamientos jurídicos en torno al tema de los minusválidos, empezando por la propia Ley General de Educación del año 70 han sido incumplidos la mayor parte de las veces. No es de extrañar que ahora los minusválidos y las Asociaciones que los representan duden actualmente de la eficacia de la nueva Ley, de que ésta se cumpla.
Se emplea el término de Rehabilitación como solución de los problemas relacionados con la vida laboral en un sentido amplio, a partir de su contexto médico, para indicar el restablecimiento óptimo de las funciones dentro de los limites de las minusvalías. Sin embargo, no es fácil de determinar cuál es el grado máximo de integración en la vida social; puede aplicarse el indicador de si el interesado se gana o no la vida por sí mismo, criterio, por otra parte, muy apropiado para la sociedad capitalista en la que nos desenvolvemos. Así, numerosos estudios sobre la Rehabilitación utilizan el dato del empleo o falta de empleo como índice del fracaso o no de los programas de formación o de tratamiento.
Ateniéndonos al programa actual que contemplamos, creo que lo primero que cabe destacar es su falta de adecuación a la realidad del minusválido. La Ley de Integración se proponen tres soluciones al problema del empleo del minusválido: los Centros Ocupaciones; los Centros de Empleo Protegido; y la reserva para ellos del 2% de la plantilla de las empresas de más de 50 trabajadores fijos (Desgraciadamente este 2% no se exige).
Los Centros Ocupacionales fundamentalmente estarían orientados a acoger a los minusválidos más graves en Centros de Empleo Protegido. En la actualidad existen muy pocos e incluso, debido a las actividades que en ellos se realizan, plantean problemas de viabilidad en un futuro. Por otro lado, debido al estigma de benéfico que tiene el Plan de Minusválidos, es como el último cartucho cuando ya no queda más solución que acogerse a un Centro de Empleo Protegido.
El empleo en Empresas ordinarias por tanto, sería la solución ideal. Pero nos encontramos, por un lado, en que no sabemos qué elementos se van a imponer para aplicar la Ley y, por otro lado, nos encontramos con una demanda de una cada vez mayor cualificación profesional para acceder a un puesto de trabajo. De ahí surge la importancia de la formación profesional para el minusválido.
Tenemos que pensar y tener en cuenta que la integración en muchos casos es difícil. De hecho en la práctica se ven imposibilitados para asistir a Centros de Formación Profesional. Las dificultades comienzan por lo más elemental: por la limitación que suponen las propias barreras arquitectónicas y la propia limitación de movimientos. Además influyen la falta de orientación profesional de acuerdo con sus intereses y sus capacidades y la escasez de Centros adecuados.
La actuación del psicólogo en tanto que orientador profesional debe ir dirigida mediante un proceso integral de adecuación del minusválido al trabajo y del trabajo al minusválido: el fin de la orientación profesional debe ser el de asesorar y ayudar al individuo a descubrir su vocación y a informarle de sus aptitudes más destacadas, en orden a su realización.
Por todo ello se hace necesario el que deben existir Centros Públicos en donde se puedan cursar profesiones u oficios adaptados a las diversas minusvalías; pero estas profesiones, por supuesto, deben de tener un mínimo de perspectivas de futuro, para evitar que, como consecuencia del desarrollo tecnológico estas profesiones se queden anticuadas en un breve lapsus de tiempo.
Por otro lado, también deben de cumplir el objetivo de que la formación que se dé al minusválido sea lo más amplia posible, de tal forma que en cualquier momento de su vida profesional pueda reciclarse.
En la realidad nos encontramos con Centros que tienen un espectro muy reducido de profesiones regladas; esto dificulta enormemente la formación y la propia interacción posterior del minusválido. Otro aspecto es el de que los Centros de Educación Especial pudieran ellos mismos implantar una serie de programas más adaptados a la realidad de los alumnos que tienen y a sus posibilidades, porque a veces se eligen en la cúspide de los Centros decisorios de poder del Ministerio de Educación, profesiones que realmente no tienen en cuenta esta realidad. Otras veces sucede que muchas de las actividades que se realizan en estos Centros suponen solo un mero entrenamiento en ciertas tareas más bien monótonas o de tipo mecánico y creemos que fundamentalmente debía de buscarse un espectro mayor de profesiones que permitan el día de mañana la integración.
Respetar la intimidad
Por último quería destacar el papel del psicólogo: debe de recordar constantemente que las personas con las que va a tratar son personas inseguras, personas muy influenciadas por sus propias limitaciones de tipo motril y necesitan un largo período para la toma de confianza. Generalmente son chicos que desde muy pequeños han estado viviendo en hospitales, sometidos a todo tipo de pruebas, de exploraciones de tipo médico, o sea que se consideran a sí mismos como conejillos de indias. Por ello cuando tratan con el psicólogo ellos ven otra forma más de meterse en la pequeña intimidad que les queda. Por ejemplo, la misma palabra examen, para el minusválido puede significar que está siendo sometido a otro experimento.
Hay que hacerles comprender que se trata de una colaboración. El propio psicólogo debe intentar eliminar en la exploración todas aquellas pruebas que no sean imprescindibles.
El psicólogo, en tanto que orientador, debe buscar el oficio, la profesión que más convenga al individuo y además debe de ver la fuerza que le motive para la orientación. Esta búsqueda es primordial para contar con garantías de asimilación; en conjunto, debe revelar la fuerza de supervivencia, hecha deseo de aprender, de sociabilidad y de ambición que tiene esta persona. También deben de ir orientados a ver cuál es el nivel de conocimientos y el nivel de comprensión y asimilación de conocimientos nuevos; esto es muy importante para su futura reinserción.
Con estos datos el psicólogo debe de discutir con el minusválido las profesiones u oficios adecuados, sin olvidar el análisis y la demanda del mercado de mano de obra. La decisión siempre se deberá tomar en un completo acuerdo con el interesado, y posteriormente se deberá efectuar un seguimiento con el objeto de adoptar las posibles correcciones al programa.
La actuación del psicólogo en formación profesional debería centrarse primordialmente en la adecuación de aquellas profesiones y oficios que estarían más acordes con el tipo de minusvalías con que nos enfrentamos en diferentes Centros. Una vez elegidos se debe centrar primordialmente en la adecuación del programa a los alumnos; no basta con seguir los programas oficiales, sino que el programa hay que concretarlo y adaptarlo primordialmente a los alumnos que tenemos.
El otro aspecto, sería el de intervenir en el proceso de ayudas a las personas en concreto, con el fin de lograr una buena adaptación profesional a través del uso eficaz de las aptitudes humanas de los minusválidos. Esos serían los dos puntos primordiales.