Psychologist Papers is a scientific-professional journal, whose purpose is to publish reviews, meta-analyzes, solutions, discoveries, guides, experiences and useful methods to address problems and issues arising in professional practice in any area of the Psychology. It is also provided as a forum for contrasting opinions and encouraging debate on controversial approaches or issues.
Papeles del Psicólogo, 1990. Vol. (46-47).
VICENTE PELECHANO BARBERÁ
Departamento de personalidad, evaluación y tratamientos psicológicos. Facultad de Psicología. Universidad de La Laguna (Tenerife)
Hace ya más que algunos años, cuando quien les habla comenzaba a estudiar Psicología, la mayoría de los manuales novísimos (ya por aquel entonces, obras traducidas de Estados Unidos) dedicaban un epígrafe al comienzo del texto al sin sentido del sentido común y a la falsedad que conllevaban los refranes puesto que, se decía, tales expresiones, pese a ser utilizadas en el lenguaje cotidiano, eran contradictorias. Así, por ejemplo, «A quien madruga, Dios le ayuda», pero «No por mucho madrugar, amanece más temprano». Frente a este tipo de conocimiento contradictorio se alzaba la Psicología científica que ofrecía un sistema integrado de conocimiento acerca del funcionamiento personal, interpersonal y social del ser humano. Por otra parte, «Quien no acude a la gotera, acude a la casa entera», «Cuando el pozo está seco sabemos lo que vale el agua», «Quien adelante no mira, atrás se queda» y «No es oro todo lo que reluce» forman el ítem cinco del nivel de adultos medios en la versión española de la escala de Terman-Merrill (versión 1960) y esto se repite en otras ocasiones. Finalmente, en psicodiagnóstico clínico se ha apelado, en alguna ocasión, al mundo de los refranes (interpretación de refranes) para hacer una estimación de deterioro intelectual o sobre la sobreinclusión que, en opinión de algún autor, era nota esencial del pensamiento esquizofrénico. En líneas generales lo que antecede, sin desear ser una revisión, recoge la mayor parte de la utilización de los refranes en Psicología: expresiones que puedan utilizarse como ítems de escalas de inteligencia, como indicadores de psicopatología del pensamiento o como horizonte general de definición acerca de lo que no es Psicología científica, puesto que su saber no va más allá del sentido común y este sentido común se encontraba bastante devaluado. Es opinión de quien esto escribe que existen más posibilidades y más ricas que las hasta el momento expuestas. Un objetivo principal que tiene esta intervención es la de apuntar algunas opciones alternativas diferentes a las enunciadas hasta aquí y presentar unos primeros resultados sugestivos en alguna de ellas.
Algunas raíces con un replanteamiento conceptual
Pensamos que lo que se encuentra como contenido en los refranes se refiere a una variada gama de fenómenos psicológicos y que desde aquéllos puede iluminarse una parcela nueva de éstos o, cuanto menos, una nueva manera de enfrentarse a los problemas de éstos. Sin deseo de agotar esta cuestión recogemos algunas de estas aplicaciones.
En primer lugar, el contenido de los refranes se refiere específicamente al funcionamiento humano y a elementos, parcelas, dominios del saber que son relevantes para ese funcionamiento. Sin embargo, los elementos y referentes inmediatos de las expresiones, con muchas frecuencia no son humanos o no se refieren a situaciones concretas. Así, por ejemplo, «Gallo que no canta, algo tiene en la garganta» es entendido por la Academia como un refrán «que advierte que cuando uno deja de terciar en conversaciones que le atañen suele consistir en que algo tiene que temer, o «Al niño y al mulo, en el culo» que es aclarado como «refrán que enseña que el castigo se debe ejecutar del modo y con la cautela de que sea escarmiento y no daño». Posiblemente, su utilización como prueba de inteligencia se asienta en esta lejanía y distorsión que lleva consigo la metáfora. En la medida, además, que se trata de un saber cultural históricamente decantado (véase infra), el estudio de las metáforas que aparecen en el refranero español puede ofrecer datos interesantes acerca de las imágenes que se encontraban más cerca de los ciudadanos en diferentes épocas históricas y que se encaminaban tanto al conocimiento psicológico del individuo como a prescripciones de vida para prevenir y solucionar problemas interpersonales. Asimismo, su comparación con las metáforas que caracterizan el lenguaje psicológico contemporáneo posiblemente nos indique que existen más invariantes que diferencias entre los temas que tratan y problemas ante los que se enfrentan ambas series de expresiones.
En estrecha relación con lo que acaba de mencionarse, en segundo lugar, el empleo de metáforas resulta no solamente un recurso adecuado, sino, además, hasta recomendado en determinadas especialidades psicológicas. Resulta ilustrativo el título de un reciente libro ofrecido a los profesionales de la clínica por C. H. Lankton y S. R. Lankton (1989), dos expertos psicoterapeutas. Cuentos de encantamiento: metáforas orientadas a metas terapéuticas para adultos y niños y organizado en función de las áreas-objetivos sobre los que se interviene: cambios en afecto, reestructuración de actitudes, identidad personal, cambios comportamentales parciales, cambios en estructura familiar... Nuestra sugerencia es que se inserten refranes como recursos metafóricos puesto que los refranes se encuentran muy cercanos a la manera de pensar y actuar de los ciudadanos de cada cultura.
En tercer lugar, el mundo de los refranes representaría no solamente un recurso metafórico, sino, en cuanto a análisis de contenidos se refiere, el refranero cubre una parcela importante de saber cultural e históricamente decantado. Frente a la opinión que defiende que los refranes conllevan un saber contradictorio pensamos, por el contrario, que recogen un conocimiento sobre una temática muy difícil y que hay que contextualizar. Que la dificultad y la aparente contradicción se refieren, precisamente, a ese proceso de contextuación-adecuación de la expresión lingüística a la situación de vida que se trata de resolver. Idea, por lo demás, que ya fue recogida por Cervantes cuando don Quijote amonesta seriamente a Sancho y le instruye para que sea un buen gobernador de la ínsula Barataria. El sabio es quien sabe leer las claves de la situación que le permiten aplicar ese saber (un refrán y no otro) a la situación planteada. Desde aquí cabe pensar en la posibilidad de generar una prueba que evalúe un tipo de concepto que en Psicología ha sido trabajado si bien con una escasa fortuna: la inteligencia social, entendida como éxito en relaciones interpersonales y generación-consolidación y mantenimiento de credibilidad y confianza para los demás. Ese saber socio-personal se encuentra recogido, en cierta medida, al menos, en los refranes.
Dentro de este mismo punto, más arriba se acaba de mencionar que el refrán encierra un conocimiento cultural históricamente decantado. El estudio de los patrones de covariación, si los hubiere, de los refranes podría ser interpretado, asimismo, como las dimensiones de covariación del saber histórico-cultural de una sociedad dada, al menos, por lo que se refiere a su decurso lingüístico y popular.
En cuarto lugar, en el estudio de los refranes nos encontramos con dos temas que han sido moda científica reciente en Psicología: la personalidad lega, por un lado, y la personalidad en la cultura, por otro. Recogiendo una tradición que no estaba bien considerada en la ciencia a comienzos de los setenta, la década de los ochenta se ha poblado, en psicología de la personalidad, por publicaciones que han estado defendiendo sistemáticamente un acercamiento al estudio de la personalidad en la que los recursos evaluativos de corte más tradicional (como los cuestionarios, vaya por caso) se consideraban obsoleto, y ucrónicos. Debía estudiarse la dinámica inferencial de los rasgos (entendidos como expresiones lingüísticas utilizadas para calificar a personas y no como patrones de covariación empírica), con una metodología que escasamente tenía que ver con estudios normativos.
De hecho, además, como estrategia de elaboración de pruebas y generación de instrumentación se apelaba el análisis del lenguaje y a estos procesos inferenciales, en lugar de la revisión histórica, el análisis bibliográfico o la relevancia teórica. Se trató de un esfuerzo, asimismo, por apresar el funcionamiento personal que no fuese específico del teórico de la personalidad, ni de las autoridades históricas que hubiesen tratado el tema.
En la medida en que haya algo de verdad (y creemos que la hay) en este tipo de acercamientos, el estudio de los refranes representaría una manera de acercarse a la dimensionalización de lo que las personas no especialistas entienden por funcionamiento personal dentro de contextos interpersonales. Los refranes representarían, de este modo, una manera de ofrecer instrumentación evaluativa de parcelas del funcionamiento personal legas (populares) y, además, que ya han sido decantadas históricamente. Vendría a ser la obra resultante de muchos autores anónimos que, a lo largo de varios siglos, han recogido su saber y lo han sabido transmitir (teniendo éxito en la transmisión). No serían especialistas en el sentido convencional, sino legos dentro de la Psicología.
Por otra parte, las sentencias que forman el acervo del refranero español, se refieren a un saber cultural. Se posibilita, desde aquí, el estudio de la personalidad en la cultura y, justamente, la parte de personalidad que tiene que ver con las relaciones interpersonales. Además de ello, ese saber se encuentra orientado a un fin claro: se trata de un saber encaminado a resolver los problemas que aparecen en esas relaciones interpersonales, puesto que muchos refranes vienen a ser prescripciones de acción (o de no-acción) ante problemas y/o ante situaciones problemáticas.
En estos años en los que estamos asistiendo a una integración europea a golpe de decreto y de ecus, es opinión del autor que una de las tareas que podría llevar a cabo la Psicología española seria la de ofrecer datos acerca de la posible especificidad psicológica o no de los españoles (con todas las cualificaciones posteriores que se quieran acerca de las comunidades-nacionalidades históricas; pero se trataría de contrastar si aquello de que España es diferente, debe restringiese al paisaje o, por el contrario, debería, asimismo, generalizarse al paisanaje) y a su cultura-saber cultural en relaciones interpersonales. El hecho de sentirme y de ser europeo, no creo que lleve consigo la negación de ser español, o valenciano o cántabro. Y en un país como el nuestro en el que suele ser siempre mejor lo foráneo (en una suerte de antixenofobia), se corre el peligro de que a fuer de querer implantar una Psicología de corte europeo-occidental, estemos implantando el estudio de conceptos, dimensiones o constructos que no tienen mucho que ver con la manera de pensar, sentir y actuar del ciudadano español, que posee una herencia cultural algo distinta a la del resto de los países europeos. La referencia a los refranes, aunque no resuelve el problema, podría representar una necesaria llamada de atención y/o recorte en los afanes girondinistas de la nueva revolución francesa de la cultura y de la ciencia. Quien esto escribe tiene para sí que debajo del baño moderno y posmoderno de las nuevas tecnologías, el ciudadano español sigue pensando y sintiendo como el Arcipreste de Hita, don Francisco de Quevedo o Mariano José de Larra.
En quinto lugar, una manera de contrastar, aunque de forma indirecta, las afirmaciones que acaban de mencionarse sería la de estudiar el refranero y tratar de aislar patrones de covariacíón de respuestas a refranes y su relación con otras áreas comportamentales. En la medida en que ambas series de respuestas fueran independientes cabría pensar que refranes y dimensiones de personalidad, eficacia comportamental, actitudes sociales de nuestros días o inteligencia social nada tendrían que ver entre sí. Ahora bien, en la medida en que se obtuvieran resultados significativos, ello representaría una nueva vía de acceso al estudio del funcionamiento personal, sabiduría de la ciencia, ciencia personal y eficacia comportamental. En la medida, además, en que la utilización de refranes fuera viable, sería más fácil seguir las metáforas-prescripciones terapéuticas que en los refranes existen puesto que cabría pensar en la existencia de una preparación cultural o facilidad de dar respuesta adecuada en el caso de refranes procedentes de culturas a las que pertenece el individuo, que en el caso de emplearse prescripciones procedentes de conocimientos alejados de su propio entorno y herencia cultural.
En sexto lugar, el referente de los refranes es mudable por lo que se refiere a su grado de transituacionalidad y de consolidación temporal. En este sentido, dentro del punto de vista de parámetros en Psicología de la personalidad que venimos defendiendo desde hace un par de décadas (Pelechano, 1973, 1989), el refranero representaría un almacén de material evaluativo susceptible de aplicar en distintos niveles de consolidación personal. Resultaría tentador pensar que se trataría de dimensiones básicas de personalidad en su mayor parte, aunque quien esto escribe tiene para sí que se trata de algo bastante más complejo y que, al menos, se encontrarían presentes dimensiones de consolidación intermedia y dimensiones básicas de personalidad.
Si bien existen otras posibilidades, creemos que las apuntadas hasta el momento resultan ilustrativas de modos de pensar y hacer sobre el refranero y que no han sido temáticamente tratadas en la evaluación psicológica (por lo que no ha sido posible su integración en un cuerpo teórico). Pasamos a ofrecer un tipo de trabajo ilustrativo realizado con refranes y que representa un principio y/o programa de investigación cuyas aplicaciones no van a tardar en Regar.
La elaboración de las pruebas de refranes
No resulta simple la elaboración de una prueba a base de refranes, en primer lugar, porque no resulta fácil acceder a libros en los que todo este material se encuentre recogido y organizado de modo adecuado. En una serie de trabajos de Francisco Rodríguez Marín publicados entre 1894 y 1934 se compilan más de 600.000. En el libro de Sánchez Egea (1986) se recogen 3.005 refranes de la temperie, sin contabilizar las redundancias y/o distintas formas del mismo refrán. En el Diccionario de Refranes de Campos y Barella (1975) que sigue unos criterios oficiales de la Real Academia, aunque sin dejar de apostillarlos en algún momento, se inventarían 3.042, sin contar las formas distintas de los mismos refranes. Con unos criterios distintos, aunque no por ello menos sugerentes, la compilación de Felipe C. R. Maldonado (1960-1986) recoge no menos de 1.984. Posiblemente una razón poderosa acerca de esta diversidad se encuentra en la dificultad por acotar definicionalmente lo que es un refrán. La paremiología no ofrece una única opción y ante esta diversidad optamos, fundamentalmente, por la que ofrece Casares (1950) en su Introducción a la lexicografía moderna: «Es una frase completa e independiente, que en sentido directo o alegórico, y, por lo general, de forma sentenciosa o elíptica, expresa un pensamiento -hecho de experiencia, enseñanza, admonición, etc.-, a manera de juicio en el que se relacionan, por lo menos, dos ideas» (op. cit. pág. 192).
Se han manejado estas antologías como una solución de compromiso con lo que, posiblemente, no han desaparecido los problemas que lingüísticamente existen para diferenciar refranes, sentencias, proverbios y/o frases proverbiales. Hemos preferido ser generosos en la delimitación de lo que significa un refrán y un tanto más rígidos era lo que se refiere a la admisión de uno de ellos como elemento de las pruebas construidas. Para que un refrán formase parte de esta primera fase de estudio debía cumplir, a la vez, todos los criterios de selección que siguen.
(i) Debe referirse a juicios sobre personas o prescripciones acerca de modos de pensamiento, sentimiento o acción interpersonal. Quedan eliminados, desde aquí, todos aquellos cuya temática prima facie se refiere a aspectos climatológicos, de agricultura o de ganadería tales como «El verano que más dura, buen invierno asegura» o «La oveja y la abeja, por abril dan la pelleja».
(ii) Deben haber sido utilizados, al menos, por un autor español considerado clásico, desde el Arcipreste de Hita hasta fin de siglo XIX y/o ser recogido oficialmente por la Real Academia Española.
(iii) No ser redundante con otro. En la medida en que de un mismo refrán existan distintas formas, se seleccionó aquella cuya formulación fuera más clara, que tuviese mayor aceptación o fuese más fácilmente reconocida. Así, elegimos la primera de todas las formas siguientes: «Del mal, el menos», «Del mal, tomar lo menos», «Del mal, el medio» y «Del daño, el menos»; y lo mismo cabe decir en el caso siguiente: «El que fuera va a casar, o va engañado o va a engañar», «El que se va a casar fuera de su lugar, o va engañado o va a engañar». En este Punto, con todo, hay que reconocer la existencia de ciertas predilecciones por parte del autor de estas líneas, que pueden haber estado presentes en la selección del material original, aunque creemos que ello no sesga irremediablemente la información ni el material.
(iv) La forma concreta del refrán debía ser comprensible sin gran esfuerzo, bien sea por las palabras, bien sea por la expresión sentencial como tal. Así, por ejemplo, tuvieron que ser rechazados refranes como los que siguen: «El duro adversario, entibia las iras y sañas» (recogido de La Celestina), «Administradorcillos, comer en plata y morir en grillos», «Si bien canta el abad, no le va en zaga el monaguillos, «Quien el aceite mesura, las manos se unta», «Alfayate (sastre) sin dedal, cose poco y eso mal», etcétera.
Sin embargo, la longitud de los refranes no se tomó en consideración de manera que se incorporaron a la primera antología refranes como «Si prestas, no cobras; si cobras, no todo; si todo, no tal; y si tal, enemigo mortal», que elegimos como ejemplo aquí y que, como veremos más adelante, ha dado buenos resultados.
Ello dio lugar a 333 refranes que cumplían todos estos requisitos. A continuación se numeraron y se hizo una extracción aleatoria de todos ellos para formar cuatro cuestionarios: el primero compuesto por 85 elementos, el segundo tenía 90, el tercero 90 y el cuarto 68. Se elaboraron unas instrucciones comunes a todos ellos en las que se empleó una escala de intensidad de cuatro intervalos (totalmente de acuerdo, ligeramente de acuerdo, ligeramente en desacuerdo, totalmente en desacuerdo). Estas son las pruebas de refranes de las que vamos a presentar los resultados.
Participantes, pruebas y procedimiento
Participantes
En esta primera fase de la investigación, cuyos principales resultados vamos a presentar más adelante, han participado más de 1.300 personas de ambos sexos, jóvenes y adultos. 381 habitantes de la Comunidad Autónoma Valenciana; 366 de Andalucía (polarizados en Sevilla) y poco más de 500 de Canarias. Para los propósitos que teníamos resulta conveniente diferenciar algunos grupos importantes dentro de esta muestra. En primer lugar, que hubo un total de 1.093 participantes iniciales aunque no todos pudieron participar en el análisis final de los resultados puesto que solamente 818 de ellos habían respondido a la batería completa de cuestionarios de refranes sin haber olvidado/dejado sin responder ninguna pregunta. El 63,94 % de esta muestra completa fueron mujeres y, dividiendo esta muestra por categorías profesionales (estudiante/trabajador), nos encontramos con que el 25 %, aproximadamente (exactamente el 24,94) son trabajadores (en esta categoría, existe un predominio de hombres en una relación de 3/1 respecto a mujeres; en la de estudiantes ocurre justamente lo contrario).
A estos 818 hay que añadir una muestra de 150 alumnos de tercero de Psicología de la Universidad de La Laguna que cumplimentaron, además de los cuestionarios de refranes que se elaboraron específicamente, una batería de pruebas psicológicas, las más importantes de las cuales se enuncian a continuación.
Pruebas cumplimentadas
La muestra inicial de 1.093 personas cumplimentaron los cuestionarios de refranes. La muestra de Canarias, junto a los refranes, cumplimentó las pruebas siguientes:
a) Prueba de inteligencia general. El test GL3/A.35 de Nufferno. Se trata de un test de inteligencia formado por 35 series de letras de puntuables.
b) Cuestionarios de personalidad. Cuestionario EN 36 (se trata de una versión reducida y adaptada a España por Pelechano de las dimensiones extraversión social y neuroticismo de Eysenck); cuestionario R3 originalmente elaborado por Fisch-Brengelmann y adaptado por Pelechano, que evalúa tres factores de rigidez: rigidez laboral, dogmatismo y actitud de elite y principialismo o sobrevaloración de los primeros principios; cuestionario HE de hostilidad y extrapunción de Pelechano; cuestionario MAE de Pelechano que evalúa factores de motivación de rendimiento y factores de reacción antes situaciones estresantes (reacción de inhibición y reacción de activación comportamental), de consolidación intermedia cuestionario EME de Pelechano que evalúa dos factores de motivación externa (autovaloración extrema del sí mismo y valoración extremada y fantasiosa del mundo del trabajo). Todos estos cuestionarios han sido factorizados en más de una ocasión (el rango va de dos como el HE a 10 en el caso de R3 y EN.36) y se están utilizando en investigaciones y aplicaciones desde hace, algunos de ellos, 20 años. Como información complementaria hay que decir que se han aplicado otras pruebas menos estudiadas en España como el cuestionario de Machiavelismo de Jahoda y un cuestionario sobre actitudes ideológicas y creencias sociales de Pelechano, el Dogyant de dogmatismo y antiautoritarismo, aunque de estas últimas pruebas los resultados serán presentados en otra ocasión de manera más pormenorizado.
Procedimiento
Los cuestionarios de refranes se pasaban en primer lugar y en un mínimo de dos sesiones usualmente. Posteriormente, los cuestionarios de personalidad y, finalmente, el test de inteligencia para evitar la secuela de posibles frustraciones en la cumplimentación de las pruebas de personalidad. Aparte de las dos sesiones correspondientes a los refranes, para el resto del material han sido necesarias cuatro sesiones más. La cumplimentación de las pruebas ha sido en pequeño grupo, con un monitor cada 35-40 participantes.
Como información anecdótica-complementaria hay que decir que muchos de los participantes comentaron que las pruebas de refranes eran divertidas y que, leyéndolas, se lo habían pasado bien.
Unos primeros resultados de interés: la estructura factorial
Dada la capacidad limitada de los programas informáticos que tenemos a nuestra disposición (el SPSS, versión 1981 y SPSS+ para ordenador personal) no era posible llevar a cabo un análisis factorial conjunto de los cuatro cuestionarios de refranes a la vez. Con el fin de poder ofrecer una primera imagen genérica y básica de los patrones de covariación más comunes en las pruebas de 333 ítems hemos seguido el procedimiento siguiente: en primer lugar, un análisis factorial de cada cuestionario por separado (con rotación varimax sobre componentes principales); en segundo lugar, selección de ítems que definían factores significativos en esta primera solución para reanalizar los Ítems seleccionados. En función de la redundancia de elementos en más de un factor se pidió una rotación oblicua sobre componentes principales; en tercer lugar, dado que se había pedido una rotación oblicua, selección de ítems estadísticamente significativos, y en cuarto lugar, análisis factorial de segundo orden con rotación varimax a partir de los resultados alcanzados en el análisis oblicuo de primer orden.
Somos conscientes de que, a lo largo de todo este proceso se pierde una notable cantidad de información y el material está siendo reanalizado desde distintos puntos de vista (por ejemplo, un análisis de ítems residuales; elaboración de pruebas paralelas a partir de la primera factorización, análisis racional de las áreas de relaciones interpersonales en función de su frecuencia frente a ordenaciones en relevancia importancia, atractivo o interés contemporáneo, etc.). Sin embargo, con el procedimiento que hemos seguido, los factores encontrados, si bien no agotan el patrón de covariación de todo el material, ofrecen una cierta garantía de que se encuentran en todo el material que ha sido analizado.
A lo largo de todo el camino, se exigía como criterios de pertenencia a factor y selección del mismo: que el ítem en cuestión presentara una saturación igual o mayor a 0,30 en uno de los factores rotados; que no presentase una saturación similar o mayor en ninguno otro de los factores. Como consecuencia de este primer análisis nos quedamos con ocho factores claros (dos por cuestionario) y con una relativa coherencia interna a nivel de análisis de Cronbach para estos ocho factores se encuentran en un rango entre 0,62 y 0,86.
Los 79 ítems resultantes de los cuatro cuestionarios fueron sometidos a un análisis factorial conjunto (rotación oblicua sobre componentes principales). La matriz total arrojó 18 factores, siete de los cuales tenían un valor propio igual o superiora 1,5 y que explicaban un 35,2% de la varianza total. El rango de os coeficientes de correlación entre estos siete factores está entre -0,29 y 0,16, la media de los valores absolutos (al margen del signo) es 0,12, resultados que indican que existe una notable independencia entre los factores aislados pese a la petición de rotación oblicua. Un análisis de las matrices de saturación factoriales sugiere que existen ítems que saturan en más de un factor si bien el signo tiende a ser distinto y, por ello, la relación entre los factores es muy pequeña. Los principales resultados correspondientes a la identificación de los factores se encuentran recogidos en los cuadros números 1A a 1G.
El primer factor posee un valor propio de 13,30 con un 32,9% de varianza explicada por la rotación, está compuesto por 14 ítems. Elementos representativos en cuanto a contenido son los siguientes: «Un loco hace ciento» (0,75), «Dijo el asno al mulo: tira allá orejudo» (0,47), «El pan comido, la compañía desecha» (0,47) y «El día del placer, víspera es del pesar» (0,47). Los contenidos semánticos más frecuentes se orientan hacia la desconfianza, el escepticismo y la búsqueda de la propia conveniencia. Tentativamente denominaríamos a este factor como: PN 27 resentimiento personal y malevolencia, con elementos de fatalismo. La consistencia interna (alfa) es de 0,80.
El segundo factor explica un 7,1% de la varianza total y un 20,4% de la rotada. Está formado por 12 elementos, algunos de los cuales más representativos son; «Ni bebas sin ver, ni firmes sin leer» (0,64); «Lo que se ha de hacer tarde y de mal grado, hágase temprano»(0,63) «El buen saber se callar, hasta ser tiempo de hablar» (0,58). Estos y el resto de elementos sugieren que se trata de un factor al que denominaríamos voluntarismo con diligencia prudente. El índice alfa de consistencia interna es de 0,77.
El tercer factor está compuesto por echo ítems y explica un 2,7% de la varianza total y un 7,3% de la rotada. Tres ejemplos representativos de ítems con sus correspondientes pesos factoriales son los siguientes: «No hay peor sordo que el que no quiere oír» (0,71), «Por turbia que esté, no digas de esta agua no beberé»(0,63) y «Cada hombre tiene su nombre» (0,51). Posee componentes de transigencia, aunque no exenta de hostilidad. La consistencia interna (alfa) es de 0,70. Tentativamente denominaríamos al factor como discreción y transigencia hostil
El cuarto factor está formado por 18 ítems y explica un 2,4 de la varianza total (6,9 % de la rotada). Se trata de una serie de elementos que poseen generalmente un componente claramente machista. Ejemplo de ellos son los siguientes: «Mujer, viento y ventura, pronto se muda» (0,72), «De la mala mujer te guardes y de la buena, no te fíes nada» (0,64), «Las mujeres, sin maestro saben llorar, sentir y bailar» (0,58) o «El humo, la mujer y la gotera, echan al hombre de su casa fuera». junto a ello se dan algunos indicios de disciplina dura («Con el viento se limpia el trigo, y los vicios con castigo») y cierta desconfianza («Con un ojo durmiendo, con otro velando y viendo»). Nos inclinamos por asimilar este factor a una dimensión de machismo, que va aparejado con desconfianza y dureza de trato. El coeficiente alfa es de 0,85.
El quinto factor está formado por 17 elementos, explica un 5,5 % de la varianza total y un 6,3 de la varianza rotada. Los ítems con mayor peso son aquellos que tienen que ver con una valoración positiva del dinero: «Dame dineros, no me des consejos» (0,74), «El dinero, hace al hombre entero» (0,74), «El dinero, hace lo malo, bueno» (0,71). Aparecen, asimismo, elementos comprometidos con desconfianza en la mujer y complacencia «<Al son que me hicieres, a ese bailaré»). Parece, claramente, un factor de sobrevaloración del dinero, al que se añaden desconfianza en los demás y pragmatismo. La consistencia interna (alfa) obtenida en este factor ha sido de 0,86.
El sexto factor está representado por 14 ítems. Explica un 5,5 % de la varianza rotada y ejemplos de ítems más representativos son los siguientes: «Asno de muchos, lobos lo comen» (0,65), «La tela de araña, al ratón suelta y a la mosca apaña» (0,57), «El señor no es saber, más esto el saberlo ser» (0,60), «Aunque el decidor sea loco, el oidor sea cuerdo» (0,54). El índice alfa encontrado es de 0,79. Desde nuestro punto de vista recoge una idea de afirmación personal (no dejarse coger por todo el mundo), de diferenciación entre el conocimiento científico y el saber de experiencia de la vida y el reconocimiento claro de las diferencias individuales («La tela de araña, al ratón suelta y a la mosca apaña»). Tentativamente sugerimos el nombre de afirmación personal-individual con desconfianza hacia los demás y rechazo del igualitarismo. De todos los factores encontrados es el que se encuentra más cerca del tradicional individualismo español.
El séptimo factor explica el 1,9 % de la varianza total y el 5,5 de la rotada. Está representado por 15 ítems y su índice alfa de consistencia interna es de 0,79. Este factor recoge con notable claridad la idea de desconfianza-hipocresía. Ejemplos representativos de ítems son los siguientes: «Bien me quieren mis vecinas, porque les digo las mentiras» (0,61), «Barre la nuera lo que ve la suegra» (0,57), «Quien presta, no cobra; si cobra, no todo; si todo, no tal; y si tal, enemigo mortal» (0,58), «Cuando pobre, franco; cuando rico, avarientos (0,52). Creemos que se trata de un factor de hipocresía y desconfianza.
Tal y como se dijo más arriba, estos factores fueron posteriormente sometidos a un análisis de segundo orden (varimax sobre componentes principales). Con la cuantía de los coeficientes de correlación medios que se ha comentado más arriba, claramente resulta imposible una solución monofactorial. Se obtuvo una solución tetrafactorial cuyos resultados principales se encuentran en el cuadro número 2.
Se han recogido solamente los pesos factoriales >0,40. La solución factorial explica un 87,5 % de la varianza total y los factores encontrados han sido los siguientes.
El primer factor está formado por los factores cuarto y quinto de la solución factorial de primer orden. Tiene un valor propio de 1,90 y explica el 30,8 % de la varianza rotada. Su coeficiente de consistencia interna alfa es de 0,92. Se trata de los factores que arriba caracterizábamos como sobrevaloración del dinero y desprecio a la mujer. En este sentido, se trataría de un factor de machismo (especificando que se trata de critica y, a la vez, miedo de la mujer) y mercantilismo. La primera expresión, por cuanto que representa una toma de posición negativa hacia la mujer como persona y la segunda, por cuanto que representa una actitud de que «todo se puede comprar, la única diferencia es el precio que hay que pagar por ello».
El segundo factor, con un valor propio de 1,66, explica un 26,7 % de la varianza rotada. Su índice de consistencia alfa es de 0,87. Está formado por los factores de primer orden, primero (resentimiento) y séptimo (al que calificábamos como hipocresía). Se trataría de un factor de carencia de confianza personal y hostilidad. Por ello, lo calificaríamos como falsedad personal y hostilidad hacia los demás.
El tercer factor tiene un valor propio de 1,65 y explica el 25,2 de la varianza rotada. Aglutina los factores sexto (afirmación personal) y tercero (discreción y transigencia hostil hacia los demás). Sería un factor de individualismo, con las notas de falta de solidaridad social y rechazo del igualitarismo y/o ser considerado igual que los demás como complemento denotativo.
El cuarto factor, con un 1,08 de valor propio, explica el 17,3 % de la varianza rotada y se encuentra formado solamente por un factor de primer orden: el segundo, al que denominamos más arriba como voluntarismo con diligencia prudente.
Aunque estos factores no agotan la información recogida, creemos que representan una posición de conservadurismo científico en el sentido de que al menos estas dimensiones se encuentran presentes en el refranero español y representan patrones coherentes de covariación de respuestas en una amplia muestra de ciudadanos españoles jóvenes y adultos. Por lo pronto, parece que dinero, hipocresía, individualismo y voluntarismo serían características de ese saber popular. O, sí se quiere formular en términos positivos (cambiando el signo de corrección de los elementos): desinterés por el dinero como valor social primario, sinceridad en el trato con los demás, cooperación con los demás y diligencia en la solución de las cuestiones formarían las metes populares presentes en la tradición cultural española que se encuentran en el refranero español. Avancemos un paso más, ofreciendo datos respecto a la validez convergente con otras dimensiones conocidas de inteligencia general, personalidad y motivación.
Unos datos sobre validez convergente
Presentamos unos resultados provisionales creemos que poseen un valor orientativo acerca de los tipos coeficientes que cabe esperar. Los primeros resultados corresponden a un grupo de 40 estudiantes de Psicología de la Universidad de La Laguna (Tenerife) que participaron en un experimento de larga duración (900 intentos de aprendizaje) sobre tareas duales. Contemporáneamente con ese estudio experimental, los participantes cumplimentaron los cuestionarios de refranes y una serie de cuestionarios de personalidad (EN, R3, EM) y un test de inteligencia general (nivel intelectual), el GL3/A.35 de Nufferno. Los coeficientes de correlación (Pearson) se encuentran en el cuadro número 3A.
Ninguno de los factores de segundo orden de refranes presenta coeficientes de correlación significativos con extraversión, neuroticismo y los dos factores de motivación extrema y fantasioso. De todos los factores criteriales utilizados, dos de los tres de rigidez ofrecen coeficientes significativos; la inteligencia parece desempeñar un escaso papel.
Más en concreto: el factor que hemos denominado machismo mercantilista (devaluación de la mujer con atribución de maldad, que se une a una sobrevaloración del dinero) se relaciona positivamente con los dos factores de rigidez que representan subfactores de un concepto más general de dogmatismo: la actitud de éste y el sobreesfuerzo general ante la resolución de tareas (R2) presenta un coeficiente altamente significativo (0,58, p<0,0009) con machismo mercantilista; este mismo factor, actitud de elite con sensación de sobreesfuerzo personal, se relaciona de manera positiva y significativa (0,38, P<0,001) con un factor de falsedad (hipocresía) y hostilidad en las relaciones personales. Por otra parte, el factor de conservadurismo (sobrevaloración de los principios del funcionamiento social tales como estricto cumplimiento del deber, necesidad de normas sociales rígidas, etc.) presenta un coeficiente significativo con el machismo mercantilista (0,34 p<0,001). Finalmente, aunque de modo tenue, la inteligencia general presenta un coeficiente de correlación significativo y negativo (-0,23 p<0,05) con el factor de machismo mercantilista.
Estos resultados sugerirían que los factores aislados de refranes tienden a ser independientes de las dimensiones de personalidad y motivación comprometidas con elementos personales intrapsíquicos (como sería el caso de neuroticismo) o de facilidad en el establecimiento de relaciones personales (extraversión, aunque en este caso, pese a que los coeficientes no son estadísticamente significativos en esta ocasión, aventuramos que podrían alcanzarse coeficientes significativos en otros estudios; además, cabe hablar de la existencia de un patrón correlacional coherente dado que la relación entre extraversión social e individualismo con rechazo de igualdad entre los humanos es positiva y de una cuantía similar, aunque de distinto signo es el coeficiente entre extraversión y el factor de voluntarismo con diligencia prudente). Asimismo, parece que el mundo de los refranes tal y como así muestreado por nosotros resulta, en gran medida, independiente de factores de personalidad relacionados directamente con el rendimiento del mundo laboral (la sobrevaloración del mundo del trabajo de manera realista en el factor R1 o fantasioso en el factor EM2). Asimismo, habría que señalar que, pese a que no alcanza el nivel de significación estadístico, el patrón correlacional que se obtiene entre los factores de motivación extrema y los factores de individualismo y voluntarismo diligente es coherente: el individualismo se relaciona de manera positiva con una validación extremada de la imagen de uno(a) mismo (a); además, esa valoración extremada de la imagen de uno (a) mismo (a) presenta relaciones positivas con el factor denominado voluntarismo y diligencia prudente presenta relaciones no significativas, aunque, asimismo, coherentes con la extremada valoración del mundo del trabajo que una (a) realiza (EM2, r= -0,18).
Siquiera sea de pasada, en el cuadro número 3B presentamos los coeficientes de correlación encotrados en un estudio de campo en el que han participado 150 estudiantes de tercer curso de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna (Tenerife). Los resultados que presentamos forman parte de un trabajo mucho más amplio que el que aquí perseguimos. Sin embargo, resulta de interés señalar algunos de los resultados más notables. En primer lugar, que ha desaparecido la relación con inteligencia (posiblemente debido a un efecto de mayor homogeneidad muestral). En segundo lugar, se han agrupado los factores de personalidad (aspectos funcionales más básicos o con mayor dificultad de modificación sistemática) en la parte superior y, sobre estos factores aparece una clara independencia (repetida en relación con el caso anterior) de neuroticismo con relación a los refranes. En tercer lugar, los factores impositivos de rigidez comprometidos con el trabajo y las relaciones personales presentan todos coeficientes de correlación significativos, aunque no de cuantía superior a 0,40 con los cuatro factores de refranes. En cuarto lugar, aparecen cinco factores del cuestionario de hostilidad (satisfacción social, pacifismo, agresividad verbal, recelo y despreocupación social) cuyos coeficientes de correlación empírica tienden a presentar un patrón esperable: el pacifismo en las relaciones personales se relaciona negativa y significativamente con el machismo mercantilista y la falsedad y hostilidad en las relaciones interpersonales, toda vez que la agresividad verbal así como el recelo y la desconfianza presentan relaciones positivas y significativas con los cuatro factores de refranes sin pasar, en ningún caso, de 0,30. En quinto lugar, en la parte inferior del cuadro aparece un bloque de factores motivacionales correspondientes tanto a motivación realista en el trabajo como a motivación realista en el trabajo como a motivación fantasioso y extremada. La tendencia o sobrecarga en el trabajo presenta coeficientes positivos y significativos con machismo y falsedad; la indiferencia laboral y la búsqueda de recompensa concreta (un factor perturbador del rendimiento) se relaciona negativa y significativamente (p<0,05) con el factor de individualismo y rechazo de igualdad; la ambición-motivación de logro hacia la acción presenta coeficientes positivos y significativos con falsedad, individualismo y voluntarismo. Asimismo, el factor de segundo orden de refranes que hemos denominado individualismo presenta un coeficiente positivo y significativo (p<0,05) con una reacción positiva ante situaciones de estrés y la motivación fantasioso ofrece siete coeficientes de correlación positivos y significativos de los ocho posibles entre estos factores y los cuatro correspondientes a los refranes, una valoración alta y fantasioso de sí mismo tiende a ir aparejado con una puntuación alta en los cuatro factores de refranes.
Se ha hecho posteriormente un análisis factorial de estas y otras dimensiones (varimax a partir de componentes principales) y aquí el bloque de los cuatro factores de refranes se han presentado deficiendo el cuarto factor, independiente del resto. Los cinco primeros factores podrían ser identificados como rigidez-impulsividad, actitudes sexuales, factor de extraversión y neuroticismo con aspectos comprometidos con las reacciones ante situaciones de estrés, factor de refranes (donde saturan los cuatro factores que hemos presentado aquí) y el quinto factor está compuesto fundamentalmente por los factores del cuestionario de locus de control para adultos de Pelecha. no y Báguena.
De estos primeros resultados podrían apuntarse algunas conclusiones provisionales que sugerirían, a la vez, líneas de discurso nuevas y complementarias para apresar la significación psicológica de los factores de refranes, así como para su posterior contrastación: (i) Los factores de segundo orden que hemos aislado, no son redundantes con dimensiones conocidas y de personalidad y, por ello, podrían tener un cierto futuro en la evaluación psicológica; (ii) No son totalmente independientes de dimensiones de personalidad correspondientes a valores y creencias; (iii) Estos factores construidos a partir de los refranes presentan patrones correlacionales coherentes con la definición verbal tanto de estos factores mismos como de otros factores de personalidad y motivación, lo que representa un cierto apoyo no solamente a la validez convergente, sino, asimismo, a la validez de constructo de los factores aislados; (iv) Estos factores aislados no son redundantes entre sí, puesto que presentan coeficientes de correlación bastante diferenciados con los otros factores evaluados en el estudio que acabamos de comentar (como dato estrictamente empírico en un análisis posterior han arrojado coeficientes no superiores a 0,58 en ningún caso). Este último resultado. (v) Significaría que el mundo de los refranes es claramente multidimensional e irreductible a una sola dimensión-patrón de covariación y/o (vi) Alternativamente, parece que el mundo psicológico que hemos presentado con los refranes, posee sentido psicológico claro, es viable su estudio, ofrece resultados no totalmente sorprendentes y, además, parece irreductible a un considerable volumen de dimensiones conocidas (entre paréntesis, habría que decir que es independiente, en gran medida, del cuestionario de Rotter sobre locus de control, así como de represión-sensibilización y de la escala de maquiavelismo). En último lugar (vii) los resultados correlacionales que hemos presentado apuntan a que, aunque los factores que se han aislado de refranes presentan un patrón bastante coegerente de correlaciones con elementos de personalidad y motivación relacionados con el mundo del trabajo, los coeficientes son más elevados en aquellos aspectos que, aunque se encuentran relacionados también con el mundo del rendimiento, tienen un mayor foco de actuación en las relaciones interpersonales y/o en aspectos «sociales» de estos factores de personalidad y motivación (o elementos de interacción social del mundo laboral). Creemos que, con ello, hemos demostrado nuestra hipótesis principal: que se trata de un material que no debería ser soslayado más por la investigación en evaluación psicológica. Al menos, la tan preconizada «incoherencia» no aparece ni en las respuestas ni en las relaciones que se detectan entre las dimensiones aisladas en un primer y rápido intento del mundo de los refranes y factores de personalidad que poseen una cierta tradición en la investigación psicológica.
Un tercer resultado: Diferencias entre grupos.
No deberíamos terminar la exposición de estos primeros resultados sin hacer mención a la denominada por algunos autores validez diferencial, de diferenciación o discriminativa entre grupos. A partir de los factores de segundo orden (tal y como se ha hecho en el caso de los resultados correspondientes a la validez convergente) se han calculado las diferencias de medias entre grupos criterio con el fin de contrastar si los factores aislados poseen valor de diferenciación. Las agrupaciones se han hecho por criterios de identificación sociológica (práctica, por lo demás, demasiado común en los trabajos psicológicos).
7.1. El papel de las comunidades autónomas
El cuadro número 4 presenta las medias y nivel de significación de las diferencias entre medias para tres muestras correspondientes a tres comunidades autónomas del estado español: Valencia, Canarias y Andalucía. Debajo de cada rótulo de identificación se encuentra el número de personas.
Los resultados presentan un patrón claro. Excepto en el primer factor (machismo mercantilista) en el que Valencia y Canarias no presentan medias estadísticamente distintas (aunque la tendencia es clara), siempre la progresión es la misma: menor puntuación en Valencia, intermedia en Canarias y mayor puntuación en Andalucía. Si esto corresponde o no a los estereotipos perceptuales de las distintas regiones y comunidades española es algo que queda abierto desde aquí, así como el estudio de la diferencia entre la puntuación en estos factores y una estimación de los estereotipos perceptuales de las distintas regiones y/o comunidades autónomas. Aunque es un tipo de trabajo viable en su realización.
7.2. Refranes y rol psico-socio-sexual
El cuadro número 5 presenta las medias y el nivel de significación de las diferencias entre las medias correspondientes al grupo de mujeres y de hombres que han participado hasta el momento en esta investigación.
Los resultados alcanzados, en este caso, son los siguientes: los hombres españoles parecen como más machistas que las mujeres (lo que no deja de ser algo esperado, aunque no parece tan de esperar la escasa diferencia en puntuación en este factor, explicable, posiblemente, por el compromiso del factor con la valoración exagerada del dinero como instrumento de poder y de «capacidad de intercambio» con bienes sociales, personales y de logro de felicidad; esta explicación, sin embargo, tan sólo en parte es satisfactoria y, en definitiva, el resultado general vendía a sugerir la existencia clara de un factor de machismo, asimismo, entre las mujeres) con mayor utilización de falsedad en relaciones interpersonales, ligeramente más voluntaristas y prudentes y menos individualistas. Si esto es así debido a los mismos contenidos de refranes 0, por el contrario, habría que buscar las razones en otra parte es algo que, con los datos que disponemos en la actualidad, no podemos decidir. Sería sensato suponer, a partir de los resultados obtenidos en otros campos (por ejemplo, el locos de control y la necesidad de logro) que la sociedad tiende a exigir un mayor control personal en la mujer (lo que podría ser relevante para entender las puntuaciones en los ítems muy claros que evalúan falsedad y voluntarismo) y un rol, «fuerte» y devaluador de las mujeres en los hombres (de ahí las puntuaciones en machismo mercantilista). El caso del factor de individualismo no resulta tan fácilmente explicable puesto que el sentido de un mayor intimismo-aislamiento (que parecería encontrarse presente en la mujer en una medida algo mayor que en los hombres) no parece ser una nota característica del factor. De todas formas, la media en apenas diferente en ambos sexos.
7.3. El papel diferenciador de la edad
En el cuadro número 6 se encuentran las diferencias correspondientes a los tres grupos de edad: menos de 25 años, entre 25 y 39, y 40 y más de 40 años. La justificación de esta agrupación se encuentra en el hecho de que alrededor de los 25 años se tiende a encontrar una cierta estabilidad emocional, dentro de lo que cabe (relaciones personales de pareja estables, nacimiento del primer hijo, ya se ha encontrado trabajo). El segundo período corresponde a la crianza de los hijos, aparición de crisis de pareja, en su caso y fomento de la producción; el tercer período corresponde a un cierto conservadurismo social, personal y hasta político y un cambio de perspectiva respecto a la sociedad como tal (búsqueda de estabilidad y disfrute de cierto bienestar).
Todas menos una de las comparaciones son significativas (grupo de menos de 25 años y grupos entre 25 y 39 en el factor de voluntarismo) y todas siguen la misma tendencia: un incremento de puntuaciones con la edad. Ello sugeriría una explicación tentativa que podría discurrir por los siguientes senderos. En la medida en que los refranes expresan una cierta sabiduría correspondiente a la «experiencia de la vida», parece claro que irían incrementándose las puntuaciones a medida que se incrementa esa experiencia de la vida (lo que necesariamente viene aparejado empíricamente con los años de vida que se tengan). Por otro lado, dado que se trata de un estudio transversal o transeccional, sería de esperar la presencia de efectos generacionales que dificultan o limitan esta interpretación tan simple. Así, por ejemplo, cabría pensar que las puntuaciones en el factor de machismo mercantilista reflejan parte de estos efectos generacionales puesto que el papel de la mujer ha cambiado muy significativamente en la sociedad española en los últimos 30 años, lo que vendría recogido por un machismo menor (tanto en hombres como en mujeres) en las generaciones más jóvenes; y lo mismo cabría pensar por lo que se refiere a la posible relación existente entre falsedad en las relaciones personales y la conquista de los derechos formales de la democracia y la libertad individual. El desencanto, por otra parte, en la realización de una tarea colectiva y de cooperación para la «transformación» personal y social podría encontrarse a la base del incremento en las puntuaciones en el factor de individualismo, toda vez que la creencia en una acción continuada, de esfuerzo personal y de prudencia en el juicio expresado, que tienden a aumentar con la edad y la experiencia vivida, podría ser una razón importante a la hora de explicar la tendencia incremento¡ que se observa en el factor denominado «voluntarismo». Otros trabajos tendrían que contrastar estos resultados así como las hipótesis tentativas que hemos comentado.
7.4. Nivel educativo-ocupación-edad
Una última consideración diferencia] presentamos en la comparación entre estudiantes y trabajadores. En el primer caso, se trata de estudiantes universitarios y en el segundo, fundamentalmente, de adultos de ambos sexos que acuden a la oficina de empleo bien porque no han tenido todavía su primer trabajo o bien porque se han quedado sin él y se encuentran en paro. En este sentido, el grupo de trabajadores se encuentra formado por personas de más edad cronológica, menor nivel intelectual y educativo, procedente de niveles sociales con menor poder adquisitivo y tal como se ha visto en el apartado correspondiente a la descripción de la muestra, en el caso del grupo de los estudiantes había un claro predominio de las mujeres (en la relación 3/1 con los hombres) y lo contrario ocurría en el grupo de los trabajadores). Estos indicadores sugieren ya los tipos de resultados que cabe esperar y que se presentan en el cuadro número 7.
El grupo de trabajadores se presenta como más machista, con una creencia mayor en la falsedad en las relaciones interpersonales y sociales, mayor individualismo no cooperativo y un mayor voluntarismo prudente a la hora de enjuiciar y actuar entre sus conciudadanos. El peso que las variables que han sido mencionadas más arriba poseen en la determinación de estos resultados, esperamos presentarlos en un trabajo posterior y, con los datos que poseemos, si podrían irse afinando (por ejemplo vía técnicas de correlación parcial). Así y todo, pensamos que el cuadro que acabamos de comentar resulta interesante como una primera plataforma de discusión que guíe otros trabajos sobre este tema.
Conclusiones y una reflexión final
El presente trabajo ha intentado ofrecer tanto unas líneas de reflexión, como otras de discusión acerca de un tipo de material, el refranero español, que presenta una enorme riqueza psicológica y que no debería echarse de lado, simplemente, por la complejidad que su estudio puede llevar aparejado. Eliminar, de raíz, el estudio de este material debido a la aparente «contradicción» que lleva su uso indiscriminado, no parece sensato dado que puede ser interpretado desde perspectivas muy distintas y con gran sentido psicológico: el estudio de la personalidad lega, de la personalidad de la cultura, de los sistemas de creencias y valores, así como la utilización de la metáfora en las relaciones interpersonales y en contextos clínicos y/o de intervención (tanto clínica como educativa por lo menos); la investigación transcultural en el sentido de búsqueda de invariantes y diferencias, así como la delimitación de una psicología cultural de los pueblos, psicología de las culturas y de las nacionalidades puede ser ayudada desde un análisis de productos culturales, entre los cuales se encuentran los refranes. Su olvido, creemos que representa un error en la evaluación psicológica que debería ser subsanado y a esta misión se han dedicado estas páginas.
Hemos demostrado que el estudio de los refranes es viable, que es susceptible de ser plasmado, como una primera aproximación, en una serie de cuestionarios que pueden reducirse a formatos manejables y que presentan covariaciones entre sí. Estas covariaciones poseen una fuerte consistencia interna, una validación convergente sugerente y apuntan a una cierta validez de constructo. Poseen, además, capacidad de discriminación entre grupos criterio dentro de la normalidad psicológica, por lo que presentan un valor potencial para la psicología diferencial y una fuente de hipótesis a contrastar en sucesivas investigaciones.
Naturalmente que todo esto no es un final, sino un comienzo. La gradación en dificultad comprensiva, las relaciones con la inteligencia social y el mundo de las habilidades interpersonales, la posibilidad de intervención encaminada a modificar las puntuaciones y la estructura que tienen estas dimensiones y otras de la personalidad, son, además de las referencias, sugerencias y apuntes de trabajo que hemos hecho a lo largo de todo el trabajo, posibilidades de actuación en este sector.
En estos tiempos en los que muchos miran hacia Europa significando con ello un olvido de lo que representa nuestra propia tradición cultural, permítasenos reivindicar el estudio psicológico y el impacto que sobre lo psicológico actual posee la tradición cultural decantada históricamente en España que representa el cuerpo de los refranes. Creemos que su estudio sistemático puede ofrecer tanto un aspecto común con Europa (que nos tememos que no sea el más importante) como un aspecto diferencial esencial de los españoles y que, con esta diferenciación, podemos irnos acercando a lo que de propio e idiosincrático tenemos que aportar a la constitución cultural e histórica de Europa. Posiblemente en la convivencia de lo que es diferente se aprende no solamente tolerancia (que es, entre otras cosas, lo opuesto al recelo y la desconfianza), sino, asimismo, se aprende a enriquecerse con lo que no es de uno. Pero, para ello, sería de desear conocer lo que dé uno es y lo que unifica, diversifica, aúna o divide a los ciudadanos de este país a nivel histórico, cultural y estudiar las repercusiones psicológicas que estos diversos enfoques poseen. El estudio de los refranes españoles creemos que puede representar un recurso, entre otros, para lograr este objetivo. Recurso que, como el título de esta intervención recoge, creemos que ha sido soslayado por los psicólogos españoles y que no debería ser soslayado más. Ello implicaría, finalmente, la sugerencia que, en cuanto a personalidad, motivación y aspectos sociales en general, se refiere, posiblemente la mejor estrategia de elaboración de material consista en la búsqueda de aspectos, formas, escorzos y maneras de pensar, creer, sentir y actuar que sea nuestra, que se encuentre muy cercana a los modos de pensar, sentir y actuar de las personas que nos son más cercanas, tal y como han hecho en otros países, en lugar de leer, traducir y «adaptar» la instrumentación pensada y elaborada en contextos socioculturales un tanto distintos, a nivel histórico y a nivel de actualidad, del que a nosotros nos ha tocado en suerte vivir. Esto, pese a estar ya al final, resulta un tema bastante candente y que no pretendíamos tratar aquí. Baste, con todo, con apuntarlo.
Muchas gracias.
BIBLIOGRAFIA
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Wiffins, J. (1973): Personality and prediction, Holt, N. York.
Material adicional / Suplementary material
Cuadro 1A. Análisis factorial conjunto de elementos previamente seleccionados de los cuatro cuestionarios. Solución oblicua. Primer Factor.
Cuadro 3B. Coeficientes de correlación entre distintas variables de personalidad, inteligencia y motivación.
Cuadro 4. Diferenciación por comunidades autonomas en factores de segundo orden de refranes.
Cuadro 5. Diferenciación por sexo en factores de segundo orden. Valor de las medias.
Cuadro 6. Diferenciación de factores de segundo orden de refranes. El papel de la edad.
Cuadro 7. Diferenciación de factores de segundo orden de refranes por ocupación.
Cuadro 1B. Análisis factorial de los cuatro cuestionarios.Solución oblicua. Segundo Factor.
Cuadro 1C. Análisis factorial conjunto de los cuatro cuestionarios. Solución oblicua. Tercer Factor.
Cuadro 1D. Análisis factorial conjunto de los cuatro cuestionarios. Solución oblicua. Cuarto Factor.
Cuadro 1E. Análisis factorial conjunto de los cuatro cuestionarios. Solución oblicua. Quinto Factor.
Cuadro 1F. Análisis factorial conjunto de los cuatro cuestionarios. Solución oblicua. Sexto Factor.
Cuadro 1G. Análisis factorial conjunto de los cuatro cuestionarios. Solución oblicua. Septimo Factor.
Cuadro 2. Matriz Factorial correspondiente al análisis del segundo orden.
Cuadro 3A. Coeficientes de correlación entre distintas variables de personalidad y los factores de segundo orden de refranes.